Nos reímos más de la desgracia del conductor de un coche caro que de un coche más modesto

Nos reímos más de la desgracia del conductor de un coche caro que de un coche más modesto
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Hacer alarde de artículos de lujo ha sido un tema recurrente en la mayoría de las cultura del mundo, desde los faraones egipcios hasta los propietarios de Lamborghinis de hoy en día.

Sin embargo, a pesar de que tienen más exito social y hasta sexual quienes exhiben un consumo ostentoso porque de ello se deriva indirectamente mayor poderío económico, también ello puede levantar más placer si el interfecto sufre un percance.

Coche caro VS coche barato

Jill Sundie, psicóloga del consumo, llevó a cabo un estudio muy curioso en lo que pidió a un grupo de estudiantes que expresaran su reacción ante una de los dos supuestos coches de otro estudiante.

El coche podía ser un Mercedes de 65 000 dólares o un Ford Focus de 16 000.

A continuación los estudiantes debían ver una foto del supuesto coche, junto a una descripción verbal de cómo se había averiado al lado de un centro comercial, dejando tirados al dueño y a unos amigos suyos.

¿Qué ocurrió? Tal y como lo explica Richard H. Smith en su libro Schadenfreude:

Los estudiantes que habían leído el artículo donde se hablaba de un Mercedes tenían mucho más probabilidades de admitir que se habían alegrado de enterarse de la avería mecánica que los que habían leído el artículo donde se mencionaba el Ford, sobre todo si tambían habían declarado sentir envidia.

Es decir, que lo que más condicionaba el hecho de que sintieran placer era la hostilidad asociada con su envidia. Tal vez por ello, como el que suscribe, trata de boicotear psicológicamente de algún modo a los hombres que conducían coches-polla y las mujeres que se maquillaban demasiado, tal y como explico en el siguiente vídeo:

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