Más años, más kilos: por qué nos cuesta más adelgazar con el paso de los años y cómo podemos solucionarlo

Más años, más kilos: por qué nos cuesta más adelgazar con el paso de los años y cómo podemos solucionarlo

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Más años, más kilos: por qué nos cuesta más adelgazar con el paso de los años y cómo podemos solucionarlo

No todo mejora con la edad. Hasta la persona más positiva lo sabe. Una de esas cosas que empeoran con los años es nuestro metabolismo. Poco a poco, el consumo energético, entre otras muchas cosas, va decayendo.

Esto tiene un resultado terriblemente claro: cada vez nos cuesta más perder peso y menos ganarlo. Como decimos, esta es solo una consecuencia, por supuesto; una manifestación de lo que nos está ocurriendo. Esto es lo que nos pasa con los años.

Razones 'de peso' que evitan que lo perdamos

Como todo en nuestro cuerpo, la pérdida de peso solo es atribuible a un conjunto complejo de factores. Podemos tratar de explicarlo simplificándolo mucho, pero no haremos más que eso, hacerlo de manera algo simplista. Lo primero que tendremos en cuenta es el gasto calórico y nuestro metabolismo basal.

Como ya hemos hablado en más de una ocasión, el metabolismo no se puede "activar" como si de un interruptor se tratase. Lo único que nos permite activar nuestro metabolismo es nuestra composición corporal. En concreto, la proporción de músculo. Cuanto más músculo, más energía consumimos.

Por lógica inversa, cuanto menos músculo, más fácil es que acumulemos esa energía de una manera más "eficiente", por muy mala que sea la palabra en esta ocasión. Y sí, con la edad, e intensificado por el sedentarismo, se da el fenómeno conocido como sarcopenia, una pérdida natural de músculo.

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Además de esta cuestión, nuestra fisiología no funciona igual. Los cambios hormonales comienzan a jugar en nuestra contra. La movilización de las grasas, apoyada por la pérdida muscular, ya no es tan eficiente. La bajada en la producción de estrógenos y testosterona invitan a acumular más grasa, y nos hace sentirnos con una necesidad menor de estar activos. Esto nos lleva al último paso.

Poco a poco, a medida que nos hacemos más mayores, descienden las ganas de movernos, lo que también ayuda a que descansemos peor, aunque esto viene con la edad también. Pasamos menos horas de actividad física y, por tanto, más tiempo acumulando que quemando. Y, de esta manera, terminamos de cerrar el ciclo del por qué nos cuesta más adelgazar.

Esto es más una carrera de fondo

Independientemente de que de jóvenes seamos más o menos deportistas, lo cierto es que si queremos combatir la obesidad y el sobrepeso en las etapas adultas debemos trabajar desde el principio. Insistimos, no hablamos de practicar deporte moderado o intenso (aunque es conveniente y aconsejado) sino mantenernos activos.

¿Por qué desde jóvenes? El cuerpo tiene un tiempo de adecuación, y no es precisamente corto. Los cambios metabólicos son progresivos y adaptativos. Esto es importante ya que así funciona nuestra homeostasis, el sistema de "seguridad" que nos mantiene vivos. Las complejísimas cadenas de retroalimentación se unen a un sistema de control a largo plazo que reacciona lentamente y con mucha inercia.

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Esto afecta a todos los niveles, desde el hormonal, controlado por las glándulas secretoras y las cascadas de señales; hasta el físico, con factores como la acumulación de grasas, glucógeno o los picos diarios de glucemia, que también ayudan a regular estos aspectos. En general, cualquier cambio ha de trabajarse a largo plazo, y desde joven, cuando nuestro cuerpo y nuestro metabolismo es mucho más plástico.

Precisamente, con la edad, esta plasticidad se va perdiendo a medida que los tejidos envejecen. Esto termina por encajarnos en ciertos perfiles metabólicos muy difíciles de cambiar si queremos hacerlo "a última hora". Pero bueno, nunca es tarde si la dicha es buena, como dice el refrán. Aunque mejor será prepararse desde antes.

¿Podemos prevenir esta ganancia de peso?

Por supuesto. La cuestión no es tan complicada como parece, de hecho, aunque sí es difícil porque requiere de tesón. En primer lugar, trabajar la musculación es increíblemente importante como podremos imaginar. No por nada, pero, como ya hemos dicho, el músculo es el verdadero "activador metabólico", encargándose del consumo de energía.

Hacer deporte moderado e intenso ayudará a esto mismo, aumentar la cantidad del músculo, pero también a descansar mejor. El deporte, practicado una hora antes de dormir, ha demostrado ser beneficioso para el descanso, entre otras cosas. Descansar adecuadamente se relaciona con un mejor control de peso. También se enlaza a sufrir menos estrés y enfermedades de origen psicológico, lo que también se relaciona con la pérdida de peso.

Por último, y no menos importante, es conveniente controlar nuestros hábitos de vida: mejorar nuestra dieta, reduciendo azúcares, comiendo más sano, más fibra, más agua, más proteína... junto a algo de actividad física en nuestro día a día son las pautas más adecuadas para ayudarnos a no caer en el sobrepeso.

Como vemos, esto no es complicado, pero tampoco es fácil si queremos empezar desde cero. Mucho mejor es hacer un cambio paulatino en el estilo de vida, algo que nos permita adherirnos a estos cambios saludables. ¿Y cómo es más fácil comenzar con ello? Pues, como ya hemos dicho, lo mejor es hacerlo cuanto antes, para ganarnos a nosotros mismos en esta carrera de fondo.

Imágenes | Unsplash

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