Inventos que deberían existir, inventos que pudieron ser y no fueron e inventos que creímos más fáciles de lo que son

Inventos que deberían existir, inventos que pudieron ser y no fueron e inventos que creímos más fáciles de lo que son
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La capacidad de inventar del ser humano no conoce límites, aunque a veces se tropiece con obstáculos que nunca hubiese imaginado. En otras ocasiones, por el contrario, los más utópicos concibieron un futuro lleno de inventos que finalmente no se han materializado.

Sí, es casi de ciencia ficción que gente pueda construirse un sable láser casero capaz de quemar todo lo que toca, o que en la última edición de los Premios al Inventor Europeo, un tipo se llevara el premio a la categoría de investigación al empleo de nanotecnología para crear diminutas cápsulas que conducen medicamentos contra el cáncer directamente hasta las células afectadas, donde actúan sin dañar el tejido sano. (Podéis leer otros galardones aquí).

Pero ¿dónde está la comida en pastillas? ¿La inteligencia artificial? ¿Los coches voladores? ¿La gestación sin matriz? ¿La inmortalidad? ¿Los robots sirvientes? ¿La mochila cohete? ¿La paz mundial? ¿La crionización durante un viaje espacial? ¿El teletransporte? ¿Las colonias en Marte? ¿Y todos los inventos que profetizaban las novelas de ciencia ficción de hace medio siglo?

Prospección

A todos se nos da fatal imaginar cómo serán los inventos del futuro, por eso todos imaginamos que en el siglo XXI viajaríamos en coches voladores como el Delorean de Back to the future, pero nadie profetizó que existiría Wikipedia (una enciclopedia concebida por aficionados, colaborativamente y sin ánimo de lucro capaz de rivalizar con la Enciclopedia Británica) o teléfonos móviles con internet y miles de aplicaciones basadas en la geolocalización y el conocimiento colectivo de otros usuarios.

De hecho, si echamos un vistazo a cómo funcionaban los primeros GPS de la historia, resulta hasta natural que nadie fuera capaz de profetizar cómo se orientarían las personas en un mundo cada vez más cambiante, incluso teniendo en cuenta la densidad de tráfico o los accidentes que producen atascos.

Antes de la proliferación masiva de Internet, historias como Un día perfecto, de Ira Levin, y La vida y tiempos de MULTIVAC, de Isaac Asimov, preveían el desarrollo de un ordenador único que gobernaría el mundo. Ahora el futuro parece que será una interconexión de ordenadores tontos que, en conjunto, genera inteligencia emergente.

Ciencia ficción real

Al menos, los inventores sí que han conseguido desarrollar artefactos que parecen recién salidos de películas, novelas o cómics de fantasía o ciencia ficción. Como el metal de adamantium de Lobezno: se llama modumetal y ha sido creado por la empresa Modumetal. Es mucho más potente que el hierro, gracias al uso de nanolaminado, un proceso electroquímico que reagrupa los átomos para colocarlos de una forma mucho más dura e irrompible que el hierro. Además, según se asegura, está libre de corrosión.

O la capa de invisibilidad de Harry Potter: en la universidad de Texas se ha creado un sistema que permite hacer que la tela desaparezca… y vuelva a aparecer poco después. Aunque aún se pueda ver al microscopio, para la visión real, parecerá que los objetos han desaparecido. Esto es posible gracias a nanotubos de carbono.

Parecía más sencillo

Muchos inventores creyeron que el poder del vapor sería la forma de movernos rápidamente por el mundo. Pero nadie imaginó que serían tan difícil conseguirlo: durante más de 300 años, los inventores trataron de obtener energía utilizando el vapor, pero no se consiguió hasta 1712.

En ocasiones, también creemos que nuestras estrategias con el entorno natural tendrán consecuencias controladas y predecibles, pero no siempre es así. El ejemplo paradigmático es el ocurrido en Australia en 1937, cuando se introdujeron sapos como depredadores del escarabajo. No funcionó y, además, ahora los sapos son otra plaga. Sin salir de Australia, la historia parece haberse repetido con los conejos: podéis leer todos los detalles de esta historia en Singularidades extraordinarias de animales ordinarios (XV): el conejo.

Con el mismo optimismo nos enfrentamos a otros problemas complejos que, finalmente, no han dado frutos, como la fusión fría, la alquimia o las oficinas sin papeles.

Si se os ocurren más ejemplos que puedan encajar en alguna de estas categorías, abajo tenéis los comentarios para proponerlos.

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