¿Por qué la mujeres juegan peor al ajedrez que los hombres?

¿Por qué la mujeres juegan peor al ajedrez que los hombres?
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Estos días me hallo enfrascado en la lectura del libro Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas, cuyo autor es una de las mayores autoridades en la divulgación del ajedrez en España: Leontxo García. El libro no se anda con chiquitas, y ya desde el primer capítulo aborda una pregunta, cuando menos, incómoda: ¿Por qué las mujeres juegan peor al ajedrez que los hombres?

Cuidado, en ningún momento se afirma que las mujeres sean necesariamente menos inteligentes, ni tampoco se afirma categóricamente que sepan jugar peor… sino que sencillamente, la mayoría de las mujeres, juegan peor (un fenómeno acaso semejante al de los afroamericanos en Estados Unidos en el ámbito de los tests de inteligencia: obtienen puntuaciones sensiblemente inferiores a los blancos, pero no porque sean menos inteligentes, sino porque creen que son menos inteligentes, y esa falta de confianza se refleja en su puntuación).

Así pues, la razón por la que las mujeres juegan peor, a grandes rasgos, puede abordarse desde dos puntos de vista.

El primero: que las mujeres sean inteligentes para otras cosas, pero no para las que requiere una partida de ajedrez (que tampoco es una inteligencia muy sobrenatural, habida cuenta de que las computadoras ya pueden vencer a los seres humanos en ese ámbito).

El segundo: que a pesar de que ambos sexos tienen una inteligencia similar, el contexto sociocultural, la crianza, marca diferencias. Por ejemplo, las matemáticas también parecían una asignatura netamente masculina, pero poco a poco los resultados se están igualando. Sobre todo cuando las pruebas sobre competencias en matemáticas no tienen sesgo sexual (es decir, las pruebas se contextualizan en entornos tradicionalmente femeninos, como ir a hacer la compra y que no las engañen con las rebajas del precio). Podéis leer más sobre ello en ¿De verdad que las mujeres son más incompetentes en matemáticas que los hombres?

Particularmente interesante, y muy sorprendente, es el hallazgo de Fryer y Levitt en 2010: en Bahréin, un país muy machista, las niñas obtienen mejores resultado que los niños en matemáticas. Y ello tiene una explicación muy convincente: en muchos países musulmanes, la formación religiosa ocupa más horas en los niños que en las niñas, lo que reduce o aumenta el tiempo dedicado.
mujer

Es decir, que el contexto influye más de lo que sospechamos en las prestaciones de serie, por eso los asiáticos parecen manejarse mejor con las matemáticas, tal y como os expliqué en Las matemáticas son fáciles… si trabajas duro: el TIMSS.

En cualquier caso, la tensión entre naturaleza y entorno dista mucho de estar resuelta: de hecho, la diferenciación entre ambas dimensiones resulta incluso artificiosa: en realidad una depende de la otra, como el pez que se muerde la cola.

Con todo, a juicio de Leontxo García, el ajedrez constituye algo extraño, porque continúa siendo una actividad en la que las mujeres no resaltan apenas. Entre 1900 y 1990, muy pocas mujeres están consideradas entre los 500 mejore ajedrecistas del mundo. De hecho, solo tres se consideran como tal: Vera Menchik, Nona Gaprindashvili y Maia Chiburdanidze. Una rusa y dos georgianas.

Hoy (primavera de 2013), las diez primeras del escalafón femenino están entre los 500 primeros (aunque sólo Judit Polgar, 58ª, está entre los 100 primeros; llegó a ocupar el 8ª puesto en 2004-2005). (…) No es superfluo recordar que muchas mujeres jugaban al ajedrez en la Edad Media. (…) Sería demasiado simplista resolver la discusión diciendo que el supuesto misterio no es más que un reflejo de la discriminación secular de las mujeres en casi todos los países del mundo, porque las diferencias en ajedrez son mucho mayores que en otros ámbitos profesionales, artísticos y científicos. En cambio, un argumento aceptable para iniciar el debate es que el número de jugadores es muy superior al de jugadoras, aproximadamente por 14 a 1 en 2013 (de 20 a 1 a finales del siglo XX, si nos guiamos por las inscripciones en la Federación Internacional (FIDE).

Así que la respuesta de por qué las mujeres no juegan tan bien al ajedrez como los hombres es un tanto esquiva. O tal vez la respuesta sea múltiple.

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