El genoma de los gatos es sorprendentemente similar al del ser humano y podría ayudarnos a tratar enfermedades en ambas especies

El genoma de los gatos es sorprendentemente similar al del ser humano y podría ayudarnos a tratar enfermedades en ambas especies
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A pesar de que el genoma del ratón es desordenado, atípico y poco se parece al del resto de mamíferos, su estudio meticuloso ha servido para entender cómo envejecen o su susceptibilidad al cáncer, hallazgos que tienen grandes implicaciones para los humanos. Si hemos conseguido todo eso con los ratones, ¿qué pasaría si buscáramos un animal que albergue un genoma que se parezca y se comporte más como el humano?

Eso es lo que proponen expertos en genéticos de la Universidad de Missouri, que sostienen que, aparte de los primates, la equivalencia genómica gato-humano es una de las más cercanas que se pueden conseguir, y están dando inicio a un fértil aunque aún marginal campo de investigación.

Uno de más de la familia

Los investigadores están extrayendo fragmentos de ADN de las células de las mejillas de los gatos, utilizando pequeños cepillos de alambre que giran en la boca de los animales, a fin de causar la mínima molestia. Este interés en su genoma resulta particularmente conveniente si tenemos en cuenta que, además de la arquitectura genética, los gatos comparten nuestros hogares, nuestras dietas, nuestros comportamientos, muchas de nuestras plagas microscópicas y algunas de las enfermedades crónicas, incluida la diabetes y los problemas cardíacos.

Es decir, que si pudiéramos empezar a descubrir por qué suceden esas cosas en algunos gatos, pero no en otros, tal vez los humanos y los felinos también podrían compartir algunos de esos hallazgos en beneficio de la salud mutua.

Por el momento, se están mapeando los genomas felinos. Los gatos no pueden decirnos cuándo están enfermos, pero un estudio de la genómica felina podría allanar el camino para la medicina de precisión en gatos, gracias a la cual los veterinarios pueden el riesgo genético de diferentes enfermedades a fin de intervenir lo antes posible, tal y como ya hacemos en algunos campos de la salud humana.

Debido a que los humanos y los gatos padecen algunas de las mismas enfermedades, identificar sus indicadores genéticos también podría ser bueno para nosotros. Los gatos pueden desarrollar, por ejemplo, un trastorno neurológico similar a la enfermedad de Tay-Sachs, una enfermedad que acaba con la vida de los niños, y la terapia génica parece hacer maravillas contra la enfermedad en los gatos, así que solo queda adaptar un tratamiento para sus análogos en los niños.

Los gatos también nos pueden permitir leer mejor nuestro propio genoma. Ya sabemos que la forma y la estructura de un genoma, y ​​la disposición de los genes en su interior, influyen a propósito de cómo se expresa el contenido. Si los genes de los gatos están organizados como los nuestros, tal vez también estén regulados como los nuestros.

Los ratones son fáciles y baratos de criar y alojar en laboratorios, y ya han tenido una gran ventaja en la investigación científica. Es poco probable que los gatos los superen. A lo mejor sí que superan a los pueblos, porque, si bien estos están especialmente predispuestos a trabajar con humanos (los gatos tienden a ser más hoscos y reservados), las razas de perros han sido tan aisladas genéticamente que sus poblaciones no son diversas, por lo que no son un modelo tan bueno para los humanos.

Sea como fuere, estudiar a los gatos probablemente nos proporcionará conocimientos que difícilmente podremos obtener de otra manera. Y esos conocimientos no solo mejorarán la salud humana, sino también la salud gatuna, algo que alegrará a quienes consideran a los gatos como un miembro más de la familia:

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