
La Gran Barrera de Coral es uno de los lugares más fascinantes del mundo. Si viajáis a Australia y no os acercáis hasta allí, estaréis desperdiciando una gran oportunidad para conocer un ecosistema complejo y bello que se extiende sobre unos 2600 kilómetros de longitud. Si sois aficionados al submarinismo, es el mejor lugar para practicarlo y sentirse como en otro planeta. Y, si todavía tenéis reservas, aquí tenéis Diez poderosos motivos para visitarlo.
Con todo, la Gran Barrera de Coral también tiene una cara funesta y peligrosa. A continuación vamos a descubrir algunas de las criaturas que os pueden obligar a lanzar alaridos llenos de burbujas o directamente os proporcionarán la muerte.
Serpiente marina
es dócil y tranquilo, pero pone muy nerviosos a los buceadores cuando sale a curiosear y se les acerca para restregarse contra sus trajes de neopreno como si fuese un gatito. Es tan pacífico que hasta se deja tocar; pero, si huyes o haces algún movimiento brusco, puede asustarse y picarte. Su veneno, formado por una mezcla de neurotoxinas y miotoxinas, es diez veces más potente que el de la temible mamba negra.
Pulpo de anillos azules
Pez piedra
Sus espinas pueden atravesar hasta nuestra aleta de buceo, y su veneno nos matará en apenas dos horas. Antes de morir, sin embargo, sabremos en nuestras propias carnes lo que es el sufrimiento extremo.
una sola espina produce un dolor tan agónico y lacerante, que algunos picados enloquecen y muerden a quienes intentan ayudarlos; o, como explica Roger Caras en Dangerous to man, llegan a amputarse el miembro o a meterlo en el fuego.
Medusa cofre
En 1992, un joven de Cairns, ignorando todas las advertencias, se fue a nadar en aguas del Pacífico a un lugar llamado Holloway Beach. Se bañó y zambulló, riéndose de sus amigos de la playa por su prudente cobardía, y de repente se puso a gritar con un sonido inhumano. Dicen que no hay dolor comparable. El joven se arrastró fuera del agua, cubierto de rayas como latigazos donde los tentátuclos de la medusa lo habían rozado, y sufrió un ataque de temblores. Poco después llegó la ambulancia, lo llenaron de morfina y se lo llevaron para atenderlo. Y esto es lo peor: incluso inconsciente y sedado no paraba de gritar.
Como bonus track, aquí podéis leer la historia del pez raya y su ataque de azar.
Fotos | Toby Hudson | Jens Petersen | AQWA SMC2006