7 de Marzo: Graham Bell se lleva el gato al agua

7 de Marzo: Graham Bell se lleva el gato al agua
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Un día como hoy, no hace demasiado (7 de marzo de 1876), la Oficina de Patentes concedía la patente del teléfono a Graham Bell, inventor escocés, en una polémica decisión que ha seguido coleando hasta nuestros días.

Hay tres nombres que giran en la historia: Graham Bell, Elisha Gray y Antonio Meucci. Escocés, norteamericano e italiano, respectivamente. Generalmente se considera a Bell como el inventor del teléfono, pero esto no es necesariamente así, sino que "solamente" fue el primero en patentarlo.

Elisha Gray fue un inventor norteamericano (que logró 70 patentes en su vida, e inventó el primer intrumento electrónico: el telégrafo musical) que poco antes de que a Bell le concedieran la patente presentó en la Oficina de Patentes un documento denominado "advertencia". Dicho documento reflejaba que alguien estaba trabajando en algo y tenía la intención de patentarlo en cuanto hubiera perfeccionado y rematado los detalles. Dicha "advertencia" era comunmente utilizada para evitar que algunos "listillos" usurparan las ideas a los verdaderos autores en el último momento y se hicieran con la patente. Y sin embargo, el que Gray depositara aquella "advertencia" no impidió que Bell se llevara la patente (aunque parece ser que Bell se condujo de manera honesta, desarrollando su propio proyecto).

Por otra parte esta Antonio Meucci, el verdadero (¿o no?) inventor del teléfono. O quizá uno de los verdaderos inventores del teléfono. Este italiano ideó una especie de teléfono neumático (que aún hoy se utiliza en el Teatro della Pergola en Florencia) que mejoró progresivamente hasta crear el "teletrófono". El 1860 sca a la luz a su invento, transmitiendo una actuación de ópera a considerable distancia. Apremiado por las penurias económicas, va vendiendo derechos sobre otros inventos para poder hacer frente a los gastos de la patente del teléfono. Un tal "Señor Bendelari" se lleva un prototipo y la documentación con la promesa de una producción industrial del invento. Nunca vuelve a aparecer. Por no tener 250$ no puede patentar su invento, y solo realiza los trámites preliminares, que se podían renovar solo durante dos años.

Tras la adjudicación de la patente a Bell, numerosos juicios se sucedieron hasta la muerte de Meucci, en los cuales se daba la razón a uno y a otro, los papeles de Meucci se extraviaban de la Oficina, y un sinfín de peripecias. Hasta el punto de que el Congreso de los Estados Unidos, en 2002, elabora la Declaración 269, por la que reconoce a Meucci como legítimo inventor (¡junto con Bell!) del teléfono. Otros, como el Gobierno de Canadá, sostienen que Bell es el inventor del teléfono y (además) que es canadiense. Los italianos, lógicamente, siguen sin estar contentos y sostienen que Meucci es el único inventor del teléfono.

En fin, nunca llueve a gusto de todos.

Más información | Meucci, Gray, Bell.

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