
La Teledetección es una técnica que permite obtener información de objetos, áreas o fenómenos situados sobre la superficie terrestre sin mantener contacto físico con ellos, mediante métodos que emplean la energía electromagnética, tales como la luz, el calor y las ondas de radio, como medio de detectar y medir las características del objeto de estudio.
El término inglés 'remote sensing' se acuñó a principios de los años 60 para designar cualquier medio de observación remota, aunque en aquel entonces se aplicó fundamentalmente a la fotografía aérea. En 1967 se traduce al francés por 'Télédétection', de donde pasó al castellano como Teledetección.
La Teledetección engloba dos procesos. Por un lado, la adquisición de información de la superficie terrestre o de la atmósfera captando la radiación electromagnética emitida o reflejada por éstas. Para ello utiliza normalmente sensores montados sobre satélites que obtienen imágenes en varias zonas del espectro electromagnético, que son el visible, el ultravioleta, el infrarrojo o las microondas.
El gran auge de esta técnica comienza a partir de los años 60, con la puesta en órbita por parte de la NASA de la serie TIROS, serie de satélites actualmente conocida como NOAA. A principios de los 70 comienza el programa Landsat, el proyecto más fructífero hasta el momento para aplicaciones civiles de la Teledetección. En 1977 la Agencia Espacial Europea pone en órbita el Meteosat y en 1986 los franceses, junto con colaboradores europeos, ponen en marcha el programa SPOT. También otros países como Japón, India o Canadá han puesto en órbita satélites para diferentes aplicaciones.
La teledetección tiene múltiples aplicaciones, como son la elaboración de mapas de vegetación, cartografía urbana, arqueología, riesgo de inundaciones o daños forestales. También en el campo de la meteorología y la oceanografía, la medida de la radiación ultravioleta y de la concentración de ozono, el control del hielo en el mar, la productividad de los océanos, la medida de la polución medioambiental o predicciones climáticas. En el campo de la minería y la geología, también permite detectar petróleo y minerales, así como riesgos geológicos.
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