El mayor crimen de la humanidad: la malaria

El mayor crimen de la humanidad: la malaria
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La malaria es probablemente la enfermedad más letal para la humanidad. Es la única enfermedad, además, que encontramos en el grupo de las provocadas por protozoos, o parásitos.

En la actualidad, más de 800 millo nes de personas al año la contraen a partir de la picadura de un mosquito hembra del género Anopheles. Una vez la enfermedad entra en nuestro torrente sanguíneo, ataca a nuestro hígado, donde planeará el asalto a nuestro cuerpo para reproducirse.

Azote histórico

La malaria acaba con una vida cada 30 segundos. El 75 por ciento de las víctimas son niños de menos de cinco años de edad. A diferencia de la fiebre amarilla, la malaria se ceba en los jóvenes y en quienes tienen el sistema inmune debilitado. Las vacunas para la malaria están en desarrollo, pero no hay disponible todavía una vacuna completamente eficaz.

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Que fallezcamos de malaria, o que estemos más o menos enfermos tras ser invadidos por ella, dependerá de la cepa del virus de la malaria que hayamos contraído. Es posible infectarse de más de una especie a la vez, aunque por lo general la cepa más mortífera es la que supera a las demás.

En total, hay más de 450 tipos diferentes de parásitos de la malaria, inoculadas por 70 de las 480 especies de mosquito anófeles. Todos estos parásitos afectan a los animales de todo el mundo, pero solo cinco afectan a los humanos. Tal y acomo abunda en ello Timothy C. Winegard en su libro El mosquito. La historia de la lucha de la humanidad contra su depredador más letal:

Tres de dichas especies, P. knowlesi, P. ovale y P. malariae, además de ser muy raras, tienen una tasa de mortalidad comparativamente baja, o nula. P. knowlesi hizo en fecha reciente el salto zoonótico desde los macacos en el Sudeste Asiático, mientras que P. ovale y P. malariae, las menos comunes, ahora solo existen casi exclusivamente en África occidental. Podemos descartar que hayamos contraído una malaria provocada por estos tres parásitos, lo que nos deja con los contrincantes más peligroso y extendidos que lucha por la hegemonía de nuestra salud y nuestra vida: P. vivax y P. faciparum.

Plasmodium faciparum es un vampiro asesino en serie, responsable del 90 por ciento de las muertes debidas a la malaria en todo el mundo, 85 por ciento de las cuales actualmente se producen en África. Pero es que la malaria no solo supone, y ha supuesto a lo largo de la historia, un enorme coste humano. También ha acarreado un gigantesco coste económico.

Hoy se estima que la malaria endémica le cuesta a África aproximadamente entre 30.000 y 40.000 millones de dólares anuales de pérdidas en productos comerciales. El crecimiento económico en los países con malaria es entre el 1,3 por ciento y el 2,5 por ciento inferior a la media global ajustada. A lo largo de la época contemporánea posterior a la Segunda Guerra Mundial, esto equivale a un producto interior bruto (PIB) acumulado de un 35 por ciento inferior al que se hubiera obtenido sin presencia de la malaria.

La mortalidad debida a la malaria ha sido mayor que cualquier otra enfermedad en todo el mundo. Algunos informes de los asentamientos europeos en los trópicos reportan que más del 90% de muertes eran causadas por la malaria y otras enfermedades tropicales. A lo largo de la historia han vivido algo más de 108.000 millones de Homo sapiens. Podemos estimar que alrededor de 96.000 millones de personas han vivido antes de 1900. Y entre el año 8000 a.C. y el 1650 habrían vivido unos 85.000 millones. Una pesadilla que, aunque se haya reducido en gran parte, continúa existiendo en nuestro planeta.

En España la malaria fue conocida casi siempre con el nombre de "tercianas" o "fiebre terciana" (de 3 días) benigna causada por el Plasmodium vivax y en menor grado la fiebre terciana maligna causada por el Plasmodium falciparum y la fiebre de cuatro días causada por el Plasmodium malariae fueron endémicas hasta la mitad del siglo XX. En 1943 se diagnosticaron unos 400 000 casos y se registraron 1.307 muertes debidas a la malaria. El último caso autóctono se registró en mayo de 1961. En 1964, España fue declarada libre de malaria y recibió el certificado oficial de erradicación

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