Durante casi 150 años, nuestra temperatura corporal ha ido bajando así que debemos cambiar la temperatura que consideramos febril

Durante casi 150 años, nuestra temperatura corporal ha ido bajando así que debemos cambiar la temperatura que consideramos febril
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Durante casi 150 años, 37 ºC ha sido la temperatura normal aceptada para un cuerpo humano sin problemas de salud. Para llegar a esta cifra, el médico alemán Carl Reinhold August Wunderlich analizó un millón de temperaturas de 25.000 pacientes.

Sin embargo, nuevas mediciones establecen que esa temperatura debería ser un poco más baja.

36,3 ºC

En un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Stanford argumentan que el número de Wunderlich era correcto en ese momento, pero ya no es exacto porque el cuerpo humano ha cambiado con el transcurrir de los años. Las personas son más altas y obesas y también viven más años. Y dado que la temperatura corporal es un indicador aproximado de la tasa metabólica, entonces la temperatura también debería cambiar.

Así, la temperatura media normal del cuerpo humano debería estar más próxima a 36,3 ºC.

Para probar esta hipótesis, se analizaron 677.423 temperaturas recogidas de 189.338 individuos en un lapso de 157 años. La temperatura humana se puede medir a través de la boca, la axila, el oído o el recto. Las temperaturas del oído y del recto tienden a ser medio grado más altas que la temperatura oral. La temperatura axilar, tiende a ser un grado menor.

La edad, la hora del día, la actividad física y otros factores, que los investigadores no siempre pudieron explicar, también afectan la temperatura corporal. Teniendo en cuenta todos estos datos, se arrojó la cifra citada.

Además de todo ello, los investigadores argumentan que Carl Reinhold August Wunderlich se vio en la tesitura de medir temperaturas corporales de pacientes que sufrían enfermedades hoy erradicadas o poco frecuentes. Dado que la inflamación está estrechamente relacionada con las variaciones en la temperatura corporal, una disminución de las infecciones crónicas podría explicar por qué estamos un poco menos febriles.

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