Caño Cristales: el río que tiene todos los colores del arcoíris

Caño Cristales: el río que tiene todos los colores del arcoíris
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El río Caño Cristales es un verdadero arcoíris fluvial. Se encuentra en medio de los Llanos orientales de Colombia, rodeado de una flora y una fauna exuberantes y extremadamente diversa (se estima que la biodiversidad ornitológica es la mayor del mundo), y nace al sur de la Sierra de la Macarena hasta desaparecer en el río Guayabero.

Este río también se conoce como «El río que se escapó del Paraíso», pues más que agua, el río parece arrastrar sirope. Sirope de diferentes sabores. Concretamente, cinco sabores y cinco colores. Amarillo, azul, verde, negro y rojo.

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El secreto de sus colores

Estos colores tan variados los produce la presencia de algas, una planta acuática llamada la macarena clavijera. Caño Cristales, pues, podría cruzar perfectamente la región que describe Charles Kingsley en su novela de 1863 The Water-Babies: A Fairy Tale for a Land-Baby: «el Territorio de las Golosinas». Una de las tres regiones que rodean el mar de Aguachirle, cuyo suelo está hecho de tofe pegajoso. Pero el río de sabores de Caño Cristales existe fuera de los libros, afortunadamente.

Cano Cristales

Caño Cristales es caudaloso, tiene cascadas, y la presencia de rocas en el lecho origina algunos rápidos. Así que imaginaos la sensación que debe de ofrecer el observar cómo un río que parece de sangre o de brea acelera vertiginosamente por un paisaje mágico rodeado de pictogramas y petroglifos pertenecientes a las ancestrales culturas de la región. Como si un arcoíris se hubiera licuado.

Desde 1948, Colombia protege este lugar mediante una ley de la república para que la gente pueda aún bañarse en los cinco colores del río. La forma más apropiada de acercarse a este mundo perdido es por vía terrestre, desde un viaje que parte de Villavicencio, que dura ocho horas y que es recomendable hacer en grupo y bien pertrechados.

Otra alternativa es observar el lugar desde las alturas, en un avión monomotor de servicio público, que despega desde el aeropuerto de Villavicencio y que sobrevuela el río de 100 kilómetros de longitud en una hora, para contemplar cómo se va tiñendo de uno u otro color según el tramo o también según la época del año, pues según el nivel de agua que haya llegará más o menos luz solar hasta las algas.

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Finalmente, el avión aterriza en la base de Sierra de la Macarena, donde podréis dar un paseo y mojaros un poco en el río antes de regresar. Pero recordad que la temporada para el turismo dura desde junio hasta noviembre, y el resto del año el área permanece cerrada a los visitantes. Y que es altamente recomendable vacunarse contra la fiebre amarilla y el tétano.

Pero vale la pena: la Serranía de la Macarena es considerada por científicos omo "la semilla de la biodiversidad". Existe desde antes de la formación de la Cordillera de los Andes y se cree que desde aquí comenzaron a distribuirse las especies por este territorio.

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