Lo tendencia a lo conocido nos impulsa a votar a políticos muertos

Lo tendencia a lo conocido nos impulsa a votar a políticos muertos
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Las personas solemos ser más favorables con lo que conocemos que con lo que ignoramos.

Esta tendencia podemos observarla, por ejemplo, en el llamado efecto de la simple familiaridad: si te piden que evalúes caracteres de la escritura china o algo que a priori no entendemos, preferimos aquellos caracteres que ha hemos visto previamente.

Otro estudio, reproducido al menos en doce idiomas, demostró que las personas sienten un curioso apego a las letras que componen sus propios nombres, prefiriendo palabras que contienen esas letras a palabras que no. (…) Puede que preferir lo conocido fuera un factor de adaptación en nuestros antepasados, seleccionado de la manera habitual: las criaturas con una predilección por lo muy conocido probablemente tenían más descendencia que las criaturas con un gusto extremo por lo novedoso. Análogamente, nuestro deseo de comida tradicional (en general, los platos que más conocemos) parece aumentar en épocas de estrés; una vez más, es fácil imaginar una explicación basada en la adaptación.

Todo esto está muy bien (e incluso puede explicar que haya personas que acaben disfrutando genuinamente de música que, a priori, suena insoportable). Pero se convierte en un problema, sobre todo cuando interfiere en nuestras decisiones racionales, por ejemplo en el ámbito de la política.

Por ejemplo, la gente tiende a preferir las políticas sociales ya establecidas a aquellas que no lo están, incluso si no existen datos bien fundamentados que demuestren que las políticas actuales dan buenos resultados. En lugar de analizar los costes y los beneficios, la gente recurre a este simple procedimiento heurístico: “Si está establecido, es que debe de dar buenos resultados”.

Esto también explicaría la razón de que el actual titular de un cargo político casi siempre tenga ventaja si se presenta a una reelección. Hasta el punto de que son capaces de ganar estando muertos: en marzo de 2006, en Sierra Vista, Arizona, Bob Kasun, muerto hacía nueve días, ganó con un margen de casi tres a uno.

Vía | Kluge de Gary Marcus

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