El iPhone 5 es increíble... pero en realidad es el 4: las estrategias del neuromarketing

El iPhone 5 es increíble... pero en realidad es el 4: las estrategias del neuromarketing
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Aunque es innegable el amigable interfaz que ofrece un Mac o cualquier otro producto Apple, los fieles seguidores de la empresa son capaces de reconocer el valor especial de la marca por encima de sus atributos específicos. Además, en muchos casos, los seguidores más fieles de Apple han formado parte de su personal de ventas o de mantenimiento, ya que han recibido incentivos económicos para mantener su lealtad a la empresa.

Una estrategia, en suma, que sigue las reglas de los mavens, conectores y vendedores natos del artículo que hace un tiempo publicamos en Xataka Ciencia: ¿Cómo empieza paso a paso una moda o tendencia social? (I); (II); (III); (IV); (V).

Todo esto viene a cuento del revuelo suscitado por la presentación del iPhone 5. Y también de un vídeo que han publicado nuestros compañeros de Applesfera, en el que se presenta a la gente de la calle el nuevo terminal. La gente señala que el nuevo iPhone es extraordinario, que es más rápido, más ligero, etc. La cuestión es que, en realidad, lo que tienen en sus manos no es el iPhone 5 sino el iPhone 4, como veréis a continuación:

No es un estudio riguroso, solo una entrevista aleatoria por la calle. Sin embargo, refuerza la tesis de otros estudios similares cuya conclusión es similar: nuestra la tendencia a ver más de lo que hay, a adquirir productos no tanto por lo que son sino por lo que significan. Una tendencia de la que se aprovechan los nuevos expertos en neuromarketing a fin de endilgarnos sus productos. Ésta es la razón de que el ketchup Heinz siga siendo el más vendido en EEUU a pesar de que, durante décadas, se han ido lanzando salsas de tomate de mayor calidad en todos los sentidos, como ya os expliqué con detalle en el artículo El nacimiento del imperio del Ketchup.

También es el motivo de que nos guste más la Coca Cola si sabemos que es Coca Cola, aunque estemos bebiendo lo mismo.

Todavía esteamos ante un conocimiento fragmentario de cómo funcionan las tendencias en el consumo. Probablemente se comporten como epidemias, siguiendo la lógica de la memética. Pero empezamos a atisbar que existe una poca participación consciente o volitiva acerca de lo que nos gusta. Algo también aplicable a nuestra religión, nuestras ideas políticas y hasta nuestra forma de situarnos en el mundo. Aplicable a lo cool, a lo trendy, a lo in. Y aplicable al iPhone 5, al Samsung Galaxy o a cualquier otro smartphone preñado de connotaciones socioculturales.

Y sí, lo confieso: soy usuario de iPhone. A saber la razón.

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