El cigarrillo explosivo o cómo percibimos el riesgo

El cigarrillo explosivo o cómo percibimos el riesgo
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El ser humano es una criatura muy contradictoria. Por un lado se muere de miedo al subir a un avión pero no se monta tan tranquilo en un coche. Es capaz de recorrer media ciudad para ahorrar unos euros en la compra en una televisión, gastándose casi todo lo ahorrado en gasolina, tiempo y demás.

Al parecido ocurre con los riesgos que tardan en manifestarse. El matemático Sam Saunders, en ese sentido, nos comparaba con batracio.

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Tome una rana y colóquela en agua caliente. Intentará huir instantáneamente. Pero si la pone en el agua a temperatura ambiente, se quedará en el líquido… que entonces puede calentar sin ninguna reacción por parte del batracio. Poco a poco, puede aumentar mucho (pero lentamente) la temperatura del agua y la rana seguirá tranquila ¡hasta que esté cocida!

En humanos, un ejemplo parecido puede observarse en el hábito de fumar cigarros. Imaginemos que se nos ofrecen unos cigarros que son inofensivos para la salud. Pero, debido a un error en la fabricación, de cada 20.000 paquetes de cigarros, hay uno que contiene un cigarro explosivo, con la potencia suficiente como para arrancarnos la cabeza de cuajo.

Tomemos las coas por el lado positivo. Después de todo, cada paquete contiene 20 cigarrillos y sólo hay un paquete de cada 20.000 que plantea problemas. El riesgo es realmente bajo, ya que un fumador sólo tiene una “posibilidad” sobre 400.000 de volarse la cabeza. El riesgo es muy bajo, pero la transición de la persona normal a la persona decapitada es (cuando se produce) instantánea. Este riesgo bajo, pero con transición brusca, impulsaría a muchos fumadores que quieren mantener la cabeza sobre los hombros a dejar de fumar. En Francia se venden unos 4 millones de paquetes de cigarrillos al día. Esto significa que, con esta nueva técnica de fabricación, explotaría cada día la cabeza de unas doscientas personas. Es decir, un poco más de sesenta mil al año.

Es una cifra horrorosa. Una cifra mayor que el número de muertes por accidente de tráfico. Pero es una cifra menor si la comparamos con la pérdida de vidas humanas debidas al cigarrillo normal: 100.000 muertes prematuras al año. A pesar de eso, el riesgo del cigarrillo explosivo, aunque mata menos, no se aceptaría.

Vía | Conviértase en brujo, conviértase en sabio de Georges Charpak

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