Cuando la nanotecnología se utilizaba en la Antigüedad sin saberse

Cuando la nanotecnología se utilizaba en la Antigüedad sin saberse
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La palabra "nanotecnología" provoca cierto miedo en la sociedad. No obstante, no hay por qué tenerle miedo. El término fue acuñado en 1974 por el profesor Norio Taniguchi, de la Tokyo Science University, para describir la fabriación de materiales con precisión nanométrica. En primer lugar, ¿cuándo se considera que una tecnología es "nanotecnología"?.

Se considera nanomaterial a aquel que en, al menos, una de sus dimensiones sea inferior a 100 nanómetros. Pues bien, debido a ese miedo que comentábamos hay empresas que trabajan con medidas de 150 nanómetros para evitar decir que trabajan con nanomateriales.

Y, poniéndonos estrictos, todos tenemos nanomateriales en casa. Un nanómetro es la milmillonésima parte de un metro. Para hacernos una idea, un cabello humano tiene un diámetro de entre 50.000 y 100.000 nanómetros, un virus tiene 10 y el de un átomo es aproximadamente medio nanómetro. Y si nos ponemos estrictos, ya tenemos nanomateriales en casa, en particular, en la electrónica.

En 1970 el tamaño de los transistores era de 10 micras; cinco años después era ya 10 veces inferior. En 2002 bajaba de la décima de micra, o sea, estaba por debajo de los 100 nanómetros y en la actualidad está en sólo 20. Por eso decíamos que la electrónia es el ejemplo más claro del éxito de la nanotecnología.

Para hacernos una idea de la complejidad de la nanotecnología, baste un ejemplo que podemos intentar imaginar. Imaginemos que estamos en la Luna y que queremos observar la Tierra con un telescopio. Pues bien, este telescopio debe poder distinguir ya no la Torre Eiffel, sino los tornillos que la componen. La nanotecnología consistiría en manipular esos tornillos de la torre Eiffel para apretarlos o aflojarlos a conveniencia.

Si se quiere un ejemplo similar a otro telescopio puesto sobre la Tierra, este debería poder distinguir el mástil de la bandera que dejaron los astronautas del Apolo XI sobre la superficie lunar. No obstante, aparte de dar esta pincelada sobre las capacidades de la nanotecnología, quería comentar una curiosidad.

Y ya se utilizaba en la Edad Media sin saberse

Resulta que la nanotecnología se ha utilizado, sin saberse, hace muchos años. En 1946 se descubrió Bonampak, un antiguo emplazamiento maya rodeado por la selva en el estado de Chiapas, Mexico. En este emplazamiento se enontraron restos de pinturas murales, en las que llamaba poderosamente la atención el azul brillante color azul que aparecía en ellas conocida como "azul maya". Dicho color fue muy utilizado por esta civilización que lo elaboraba a partir del índigo o añil (un colorante obtenido de ciertas plantas tropicales).

Este color destaca de otros pigmentos históricos por sus propiedades: no solo posee un color intenso, sino que es resistente a la luz, a la biocorrosión y al calor moderado, no se decolora ante el ácido nítrico concentrado, los álcalis ni los solventes orgánicos, y los murales ejecutados con él han tolerado bien la humedad durante cientos de años. Tampoco le afectan ácidos concentrados en caliente, como el nítrico y el clorhídrico, y tampoco por el agua regia, la sosa cáustica ni el hipoclorito de sodio. Se le considera el primer pigmento orgánico estable. Y esto no es algo habitual. Normalmmente, los colorantes organicos obtenidos así suelen ser muy sensibles al calor, luz, humedad o ataque químico ambiental.

Pues bien, parece ser que el índigo se encuentra atrapado en una red de canales de un mineral arcilloso llamado paligorskita. Esta arcilla contiene huecos de tamaño nanométrico y es en esos huecos donde se fijaba el índigo. Hasta ahora, podíamos sólo asombrarnos de la capacidad para mantener dicho color; pero la nanotecnología nos ha dado, entre otras cosas, la capacidad de medir y manipular la materia a esas escalas.

La nanotecnología nos depara una gran cantidad de nuevos productos y sorpresas, pero siempre tendemos a creer que cualquier avance que desconocemos es malo. Lo que hay que hacer es interesarse e intentar saber un poco más por nosotros mismos.

Fuente | Elena Casero Junquera, Carlos Briones Llorente, Pedro Serena Domingo, José Ángel Martín-Gago, El nanomundo en tus manos.
Foto | Mezoamerica

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