
La ciudad de Lagos, en Nigeria, no crece en vertical sino en horizontal, como un Londres mutante.No en vano, Lagos es considerada por muchos artistas como la primera y única megalópolis orgánica.
Orgánica porque su crecimiento se parece al de un organismo lleno de tentáculos. Este extraño fenómeno se produce cuando una ciudad aumenta de tamaño y crece en población de forma vertiginosa sin el asesoramiento de ingenieros y urbanistas.
Y todo este crecimiento se producirá bajo una precaria economía: a pesar de que Lagos es la ciudad más próspera de Nigeria, su nivel de vida continúa estando por debajo de los estándares mundiales. Por eso no es extraño el día en que Lagos es víctima de un apagón de luz o de diversos cortes de energía eléctrica que duran semanas. La responsable de que la energía en Lagos funcione tan bien es la NEPA (National Electric Power Authority o Comisión Nacional de Energía Eléctrica), pero todo el mundo bromea diciendo que en realidad significa Never Expect Power Anytime: “no cuentes nunca con la electricidad”.
La forma más efectiva que encontró Lagos para aumentar su tamaño fue un poco la que usan las abejas. Si éstas emplean los hexágonos de los panales, aquélla usa casillas urbanas. Cientos de miles de casillas dispuestas sin ningún orden y casi atropellándose entre sí. Ello provoca que las calles sean estrechas como laberintos de ratas.
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Debido también a la superpoblación, Lagos está literalmente hundida en el agua en determinadas zonas, como una especie de Venecia. Ello no es debido al tremendo peso de tantos cuerpos (aunque no me parecería una teoría tan ridícula), sino al colapso de los sistemas de desagüe, que no dan abasto ante la demanda creciente.