¿La policía abusa de su autoridad?

¿La policía abusa de su autoridad?
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A menudo pensamos que las fuerzas del orden se exceden en sus funciones y abusan de su autoridad. Idea que se refuerza cada vez que sale a la luz algún caso de violencia gratuita por parte de un agente de la ley hacia un civil: la paliza recibida por Rodney King por parte de la Policía de los Ángeles, por ejemplo.

Con toda lógica pensamos: la policía sólo son matones de discoteca, y los uniformes y el poder vuelve arbitraria a la gente.

Pero ¿realmente es así o nuestra percepción es exagerada?

En el caso de Rodney King, por ejemplo, el Departamento de Policía de los Ángeles fue acusado de insensibilidad racial, de indisciplina y de abuso de la violencia, y que estos problemas se habían extendido por toda la tropa. Para aclarar la situación, Warren Christopher encabezó una comisión de investigación.

Entre 1986 y 1990 se formularon acusaciones de abuso de la fuerza o táctica impropia contra 1.800 de los 85.000 agentes del LAPD. La inmensa mayoría apenas si habían sido acusados de algo. Además, más de 1.400 agentes sólo tenían una o dos acusaciones en su contra, que se registraron en un periodo de cuatro años y que las alegaciones de fuerza excesiva son casi un gaje inevitable del oficio de policía urbano (la policía de Nueva York recibe unas tres mil quejas de este tipo por año).

Sólo 180 agentes del Departamento de Policía de los Ángeles tenían 4 o más quejas contra ellos. 44 agentes tenían 6 o más. 16, 8 quejas o más. Y sólo 1 acumulaba 16 quejas.

Eso reflejaría lo que los estadísticos llaman una distribución en la que se cumple una ley potencial, en virtud de la cual la actividad no se concentra en el medio, sino en un extremo.

El problema parece ser, pues, que un número muy pequeño de agentes es tan problemático y causa tanto ruido que el Departamento en general parece actuar de forma parecida. Pero el informe sugiere que basta con despedir a aquellos 44 agentes más problemáticos para volver más eficaz al Departamento.

Pero el informe también sugiere que el problema es más persistente de lo que parece, porque esos cuarentas y cuatro polis abusivos eran tan malos que los mecanismos institucionales al uso para deshacerse de las manzanas podridas claramente no funcionaban. Si uno cometiera el error de presumir que los problemas del departamento caían dentro de una distribución normal, propondría soluciones que mejoraran el funcionamiento de la media (como una mejor preparación o una política de admisión más restrictiva), cuando los datos indicaban que la media no necesitaba esa ayuda. En cambio, para esos pocos que realmente la necesitaban, un remedio pensado para la media no sería suficientemente fuerte.

Vía | Lo que vio el perro de Malcolm Gladwell

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