El trabajo mata más que la guerra: más posibilidades matemáticas de morir

El trabajo mata más que la guerra: más posibilidades matemáticas de morir
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Ya tratamos el tema de las posibilidades matemáticas de morir en un post anterior, pero hoy vamos a intentar ir un poco más lejos.

¿Sabéis lo que mata tres veces más que una guerra tipo? El trabajo. El trabajo también mata más que el alcohol y las drogas.

En vez del incomensurable esfuerzo colectivo que realizamos por evitar el consumo de drogas o alcohol, tal vez sea necesario que invirtamos más tiempo en tirar de las orejas a los responsables de la seguridad en nuestros puestos de trabajo. Porque 2 millones de personas mueren cada año en accidentes o por enfermedades relacionados con el trabajo.

A nivel mundial, los trabajos más peligrosos son la agricultura, la minería y la construcción. Y luego hay gente que tiene miedo de subirse a un avión. Pues sabed que casi todos los pilotos de aviones que mueren no son de aviones de pasajeros, precisamente.

La tercera causa más común de muerte en todos los sectores del entorno laboral es el homicidio. No sólo mueren muchos policías de esta forma, sino también vendedores que trabajan de cara al público. Pero la mayoría de policías no mueren por homicidios directos sino en accidentes de coche mientras desempeñan su trabajo.

Para calcular el riesgo de muerte se emplea lo que se llama la escala de Duckworth, creada por el doctor Frank Duckworth, editor de la revista Royal Statistical Society. La escala mide la posibilidad de morir como resultado de una determinada actividad. La tarea más segura puntúa 0. La que puntúa 8 equivale a una muerte segura.

En base a ella, el juego de la ruleta rusa implica un riesgo de 7,2.

20 años practicando escalada conlleva una puntuación de 6,3. (¿Por qué se criminalizan a los que deciden tomar drogas y no a los que deciden escalar montañas?)

La probabilidad de morir asesinado puntúa 4,6. Un trayecto de 160 kilómetros en coche, en condiciones normales, puntúa 1,9. Es curioso cómo los asunciones de la Dirección General de Tráfico nos intentan amedrentar, las leoninas medidas de seguridad que se toman, etc. ¿Creéis que es por nuestro bien? ¿Creéis que lo hacen para que no existan víctimas colaterales? Puede haber algo de cierto, por supuesto. Pero la razón fundamental es que un accidente de tráfico cuesta mucho dinero a la administración. Un radar más es un ahorro considerable, sin contar lo que suponen luego los ingresos por multas. Esto lo digo porque, según la escala Duckworth, el riesgo de morir mientras los duchamos es sensiblemente mayor a pesar de que el tiempo que pasamos en la ducha es relativamente corto: es más fácil morir mientras te pegas una ducha rápida para ir al mortífero trabajo antes que cogiendo el coche.

En otro rango de cosas, las posibilidades de morir por un rayo en el Reino Unido son aproximadamente 1 entre 10 millones. Más o menos las mismas que de ser mordido por una víbora. Aunque también depende de tu sexo: los hombres son alcanzados 6 veces más que las mujeres. Y es que alrededor de 1.000 personas mueren cada año a consecuencia de los rayos (en muchos casos porque llevan encima elementos que actúan como pararrayos: palos de golf, cañas de pescar de fibra de carbono o sujetadores con aro metálico, por ejemplo).

Cuando se inventó el pararrayos, la Iglesia se negó a proveerse de uno porque consideraba que los rayos eran voluntad divina. Cuando comprobaron que los rayos sólo dañaban a las iglesias y no al resto de las edificaciones provistas de pararrayos, se retractaron. Si Dios existe, sin duda es un cachondo.

Más información | La Nación

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