La invención de la rueda de disco de madera maciza se sitúa en el Neolítico tardío. Esto implica el paso de varios milenios sin rueda incluso después de la invención de la agricultura y de la cerámica. Entre las culturas americanas no prosperó, probablemente por la ausencia de grandes bestias que pudieran tirar de los vehículos, y porque las civilizaciones más avanzadas ocupaban terrenos escarpados.
La evidencia indirecta más antigua de movimiento con ruedas se encontró en forma de ruedas de arcilla en miniatura al norte del Mar Negro antes del 4000 a.C. Desde mediados del IV milenio a.C. en adelante, la evidencia se condensa en toda Europa en forma de carros de juguete, representaciones o surcos.
La rueda como indicador de éxito
Pero la rueda no solo resulta fascinante desde un punto de vista meramente arqueológico o tecnológico. Como demuestra Raphaël Meltz en Una historia política de la rueda, este objeto tiene muchas más implicaciones, también políticas. La rueda como triunfo de una sociedad centralizada y productivista que se ha ido imponiendo paulatinamente a nivel mundial. La rueda como huida hacia delante de un mundo donde la velocidad es el único indicador de éxito.
Historia política de la rueda (Noema)
La rueda, incluso en el mundo actual, lleva aparejados sus propios riesgos y amenazas. Es decir, que la rueda también puede conducirnos a nuestra propia extinción. Así de fascinante puede resultar este recorrido por un invento tan aparentemente anodino.
¿Hay algo más simple, y genial, que la rueda? Pasaron miles de años desde la invención de las primeras herramientas hasta que se diseñase este objeto que cambiaría nuestra vida para siempre. Pero ¿por qué los egipcios la desdeñaron para construir sus pirámides? Aún más sorprendente: ¿por qué ninguna civilización en el continente americano la usó antes de la llegada de los europeos? ¿Y si el control de la rueda fuera una cuestión política?