¿Por qué hacemos lo que hacemos? (I)

¿Por qué hacemos lo que hacemos? (I)
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Atendiendo a un correo en el que me preguntaba un lector la razón de que nos besemos, he decidido escribir una serie de artículos sobre por qué hacemos lo que hacemos en muchos otros ámbitos de la vida.

¿Por qué besamos? ¿Por qué nos sonrojamos cuando nos piropean? ¿Por qué la gente se ríe si alguien se tropieza? ¿Por qué los adolescentes son como son? ¿Por qué nos gusta cultivar el arte? ¿Por qué hacemos cosas por los demás? ¿Por qué, en definitiva, los seres humanos son tan raros?

La mayoría de esas preguntas no tienen una respuesta sencilla, y algunas ni siquiera una respuesta concluyente. No en vano, vamos a intentar explicar lo que se sabe hasta el momento de todos esos comportamientos tan particulares.

Empecemos.

1. SONROJARSE.


Cuando nos ruborizamos por algo (porque nos han cogido en una mentira, porque nos piropean, porque en definitiva nos avergonzamos) delatamos nuestro pensamiento. ¿Qué interés tiene el cuerpo en explicar a los demás cómo nos sentimos internamente en contra de nuestros deseos? ¿A qué se debe esa vulneración de nuestra intimidad?

Para uno de los primatólogos más reputados del mundo, Frans de Waal, el sonrojarse tendría que ver con la honestidad.

Nos ruborizamos como señal de que hemos evolucionado como especie sumamente cooperadora en comparación con otros animales. Es una manera de comunicarle al resto del grupo que somos conscientes del impacto de nuestras propias acciones, que nos interesa cooperar y nos preocupa la sinceridad.

Algunos investigadores sostienen que el hecho de que las mujeres tienden a ruborizarse más que los hombres también tendría una clara incidencia evolutiva: era una forma de demostrar a las posibles parejas su honestidad y fidelidad y conseguir así que éstas les ayudaran con la descendencia. ¿Esto explicaría que una pareja sonrojada resulte más atractiva? ¿Tiene algo que ver con el uso de colorete?

Tan embarazoso puede llegar a ser el rubor facial, una tendencia patológica a ruborizarse en público sin motivo aparente ni consciente que puede provocar a quienes la padecen graves problemas psicológicos y hasta fobia social, que hasta hay gente que se opera para eliminarlo. Consiste en eliminar, mediante cirugía endoscópica, los ganglios del sistema nervioso simpático, situados en las axilas y encargados de controlar la sudoración y el enrojecimiento de la cara y el cuello.

2. BESAR.


Los besos, los ósculos, los smuac son realmente fascinantes. ¿Por qué necesitamos expresar nuestro cariño por alguien plantándole los labios en la piel o en sus labios, originando un ligero cambio de presión que provoca ese sonido tan particular? ¿Por qué la pasión está asociada a la unión de dos bocas que no dejan de intercambiar fluidos corporales llenos de patógenos?

La respuesta para los besos tiene mucha carga especulativa y se han armado diversas teorías para explicarlos. En la próxima entrega de esta serie sobre por qué hacemos lo que hacemos profundizaremos en las más aceptadas.

Vía | Inteligencia emocional de Daniel Goleman

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