
Imaginemos que nos quedamos sin gasolina, pero disponemos de una enorme habilidad para amaestrar moscas (o al menos para atarlas a un hilo del que tirarán uniformemente), ¿cuántas de estas moscas serían necesarias para que pudiera moverse nuestro coche?
Antes de responder a una pregunta tan absurda, echemos un vistazo a la eficiencia de los distintos combustibles que tenemos a mano.
Un turismo puede funcionar una hora entera, de media, con 5 litros de gasolina. El motor desarrollará una potencia media de unos 20 kW, de modo que la gasolina almacena 20 kilovatios/hora de energía por cada 5 litros, aproximadamente. En consecuencia, la gasolina es un carburante que proporciona un método para acumular y transportar un montón de energía. Esos 5 litros de carburante apenas pesan 3,5 kg. La gasolina genera casi 5 kilovatios/hora por kg de peso (kWh/kg).
Un par de baterías corrientes de coche (plomo-ácido) pesan entre las dos 20 kg y proporcionan una energía de solamente 2 kWh. Es decir, 0,1 kWh/kg. Es decir, como energía portátil proporciona una eficiencia de una quinta parte respecto a la que se obtiene con gasolina.
¿Y los músculos? Son espectacularmente eficientes. La energía contenida en un paquete de 1 kg de azúcar alcanza casi los 5 kWh, tal y como explica Graham Tattersall en su libro Cómo los números pueden cambiar tu vida:
Los músculos pueden convertir esa energía en potencia mecánica, y lo hacen con una eficiencia de un máximo del 20 %. Es decir, una densidad de energía producida de 1kWh/kg. No es tan eficaz como la gasolina, pero es sorprendentemente que esté a un nivel comparable. Si pudiéramos dotar a nuestros coches de un motor hecho de músculos, tendríamos un éxito extraordinario.
Lo cual redunda en que viajar en bicicleta es especialmente eficiente, sobre todo si tenemos en cuenta que nos ahorramos las emisiones de CO2, aunque aún haya un divorcio irreconciliable entre vehículos a motor y bicicletas
Músculos de insecto
Un motor de coche accionado por medio de gasolina y que hace avanzar el vehículo por una superficie llana a 65 kilómetros por hora generará 20.000 vatios, o sea, 200 millones de moscas de potencia. Es decir que si tomamos 200 millones de moscas y las unimos mediante finísimos hilos de seda a la parte delantera de nuestro coche, y conseguimos enseñarles a tirar de él, podrían conseguir que adquiriese una velocidad aproximada de 65 kilómetros por hora.