No se puede ser ecologista si no apoyas la energía nuclear pero hay pocos políticos que lancen ese mensaje

No se puede ser ecologista si no apoyas la energía nuclear pero hay pocos políticos que lancen ese mensaje
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Apostar fuerte por las renovables y mantener la energía nuclear es una de las decisiones más sostenibles a nivel medioambiental, sin embargo el síndrome de Frankenstein nos hace temer todo lo relativo a lo nuclear, a pesar de que otras fuentes de energía sean más contaminantes y letales.

Los riesgos rutinarios a la salud y las emisiones de gases de efecto invernadero provocados por la energía nuclear de fisión son pequeños en relación a aquellos asociados con el uso del carbón, por ejemplo, pero en la agenda de nuestros políticos no parece que eso quede reflejado. En Estados Unidos, sin embargo, ha nacido una excepción muy destacable.

En España ningún partido político apuesta con firmeza por las nucleares, sobre todo si hablamos de partidos de izquierdas. En Alemania directamente se quieren cerrar todas las centrales nucleares (mientras sigue siendo irónicamente el mayor productor de carbón de toda la UE).

Sin embargo, en Estados Unidos se está alzando una voz electoral muy llamativa en ese sentido. Entre los candidatos presidenciales de 2020, Cory Booker destaca por su historial de abogar por las personas que soportan la peor parte de la contaminación y los desechos tóxicos.

Booker también es uno de los pocos contendientes presidenciales que adopta abiertamente la energía nuclear: su plan para abordar la crisis climática incluye 20.000 millones de dólares en investigación y desarrollo de tecnología nuclear. Esta es una gran diferencia entre Booker y su oponente Bernie Sanders, quien calificó la energía nuclear como una "falsa solución" y en realidad la elimina gradualmente en su plan climático. Según él mismo sostiene:

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La energía nuclear ha demostrado ser una de las formas más seguras para avanzar hacia la neutralidad del carbono. Incluso si eso significa que tenemos que eliminarlo gradualmente en el futuro, el verdadero desafío urgente en este momento, la amenaza para nuestra salud y nuestra seguridad y nuestro bienestar es el cambio climático y ese debe ser nuestro enfoque principal.

A diferencia de la generación basada en carbón o petróleo, la generación nuclear no produce directamente nada de dióxido de azufre, óxidos nitrosos o mercurio (la polución generada por el uso de combustibles fósiles es culpada de cerca de 24.000 muertes cada año sólo en Estados Unidos). Los partidarios de la energía nuclear argumentan que los problemas de los desechos nucleares ni siquiera llegan a aproximarse a los problemas generados por los desechos del combustible fósil.

Eso no significa que lo nuclear sea la panacea, porque también entraña riesgos. Sin embargo, no podemos prescindir de ella sin causar, por el momento, pobreza y muerte. Al menos eso debería quedar reflejado en el debate político y no arrinconarse como un tema tabú. Y políticos como Booker, entonces, se convierten en más que necesarios.

O como planteaba irónicamente Ian Crofton en su libro Historia de la ciencia sin los trozos aburridos:

Una central de energía nuclear es infinitamente más segura que comer, porque cada año trescientas personas se asfixian y mueren mientras comen.

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