La primera hamburguesa producida en un laboratorio ya ha sido probada

La primera hamburguesa producida en un laboratorio ya ha sido probada
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Hace un tiempo os hablábamos de la primera hamburguesa de caca: después de eliminar las bacterias mediante una fuente de calor, se extraían las proteínas de los excrementos a fin de añadirlas a una pasta creada a base de soja y salsa para carne, a fin de mejorarle el sabor y teñir la pasta de un color más adecuado.

Con todo, la verdadera revolución podría llegar de una hamburguesa creada en laboratorio, sin la intervención de vacas en el proceso, y por tanto sin el efecto secundario del impacto medioambiental, el sufrimiento animal y otras cuestiones técnicas y morales que deberán ponerse de nuevo bajo la luz de este hallazgo.

Para concebir esta hamburguesa, los investigadores de la Universidad de Maastrich (Holanda) dirigidos por Mark Post extrajeron células madre del hombro de una vaca, con las que se crearon cultivos en los que durante tres semanas se desarrollaron y multiplicaron. Según Post:

Hay gente que puede pensar que esta forma de producir la carne es una locura, pero tenemos que hacerlo porque la producción de carne a través del ganado no es sostenible, no es buena para el medio ambiente, no va a servir para cubrir la demanda mundial de carne y no es buena para los animales. Así que esta puede ser la alternativa.

Sólo es un primer paso, eso sí: fabricar de este modo la carne es caro: nada menos que 225.000 € es lo que ha costado esta primera hamburguesa sintética. Post calcula que para encontrarla en el supermercado aún deberán pasar entre 10 y 20 años.

Medioambiente

vaca

Producir carne en laboratorio en vez de a través de vacas también tiene un impacto positivo sobre el medioambiente. Y es que las vacas no son en absoluto sostenibles, y hay que invertir inmensos recursos para que nos den la carne que requerimos.

La gente piensa que lo peligroso son sus ventosidades, pero no es así. Lo que produce una media de 340 litros de metano al día son los eructos de la vaca. O sea, el 4 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. La cría de ganado produce el 18 % de todos los gases de efecto invernadero (más que todos los coches y otras formas de transporte).

Steven D. Levitt y Stephen J. Dubner lo explican así en su libro Superfreakonomics:

Pues porque las vacas (y también las ovejas y otros animales rumiantes) son terriblemente contaminadoras. Sus exhalaciones, flatulencias, eructos y estiércol emiten metano, que como gas de efecto invernadero es unas veinticinco veces más potente que el dióxido de carbono emitido por los automóviles (y dicho sea de paso, por los humanos). Los rumiantes del mundo son responsables, aproximadamente, de un 50 por ciento más de gas de efecto invernadero que todo el sector de los transportes.

Cuestiones morales

Ya nos habíamos referido en alguna ocasión al problema moral y filosófico que entraña alimentarnos de determinados animales, e incluso de determinados vegetales. Una de las poderosas razones que esgrimen, por ejemplo, los vegetarianos es que los animales son víctimas de la crueldad de la producción industrial de carne. Para evitar esto, algunos científicos han sugerido modificar genéticamente el ganado para disminuir o eliminar su capacidad de sentir dolor, como se propone en un artículo de la revista Neuroethics.

El filósofo estadounidense Adan Shiver, por ejemplo, proponía la modificación genética de los animales de granja para evitar que sintieran dolor, lo cual suscita la pregunta: ¿comeríais cerdos insensibles al dolor?

La creación de carne sintética podría simplificar mucho problema, quizá no a nivel filosófico, pero sí práctico.

Vía | Materia

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