Las pinturas de Altamira en riesgo de desaparecer

Las pinturas de Altamira en riesgo de desaparecer
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Un equipo de científicos españoles ha registrado y analizado la distribución de los diferentes microorganismos que viven en la cueva de Altamira, ubicada en Santillana del Mar (Cantabria).

La cueva se trata de una cavidad natural en la roca en la cual se conservan pinturas y grabados del Paleolítico Superior, concretamente de los períodos Magdaleniense, Solutrense y Gravetiense.

Contiene pinturas polícromas, grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas y dibujos abstractos. Sus pinturas se enmarcan en la conocida como escuela franco-cántabra.

Los investigadores han podido comprobar que las pinturas y grabados de la cueva se encuentran en estado de fragilidad, por lo que son partidarios de que vuelva al estado que tenía antes de su descubrimiento, sin visitas.

Las pinturas de Altamira, de hace unos 14.000 años, se conservaron perfectamente bien hasta su descubrimiento, en 1879, gracias a factores como la ausencia de luz, la escasa filtración de agua y el bajo flujo de aire.

Pero la apertura de la cueva y los miles de visitantes durante décadas provocaron un deterioro tal que, en 1977, hubo que cerrarla. Luego se volvió a abrir con restricciones y se volvió a cerrar, la última vez en 2002.

Ahora loos científicos, en su artículo publicado en Science y titulado Arte paleolítico en peligro: política y ciencia enfrentadas en la cueva de Altamira, aconsejan que este lugar, Patrimonio de la Humanidad, permanezca cerrado para preservarlo.

Cesáreo Saiz-Jiménez (investigador del CSIC) y sus colegas señalan que, desde el año pasado, se ha planteado reabrir Altamira por el impacto positivo que tendría en el turismo de la región, pero advierten que tal medida sería peligrosa para las famosas pinturas.

Uno de los peligros sería la proliferación de bacterias y de hongos que han colonizado la cueva y que, por el momento, parecen estar contenidas en la entrada de la cueva.

Pero ¿merece la pena arriesgar, abriéndolas al público, para que esta infección vaya a más? y ¿guardar un tesoro sin poder admirarlo?

Vía | CSIC

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