
Debo reconocerlo: en cuanto me introduzco en una casa en la que sus dueños tienen por mascota un gato, a los pocos minutos empiezo a sentir como si me hubiera constipado y respiro con cierta dificultad. Yo pertenezco a ese 30% la población alérgica que sufre alergia a los gatos (si algún día domino el mundo, ya no me podré sentar en mi trono de hierro a acariciar la cabecita de mi gato negro).
Recientemente, sin embargo, se ha descubierto la causa concreta que provoca esta alergia tan ubicua en el ser humano.
Los responsables del hallazgo han sido investigadores de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, cuyo estudio sugiere que una toxina ambiental incrementa la respuesta inmune a la proteína presente en el pelo de gato.
Cuando la proteína Fel d 1, presente en la caspa de gato, está ante la presencia de de lipopolisacáridos (una toxina bacteriana ambiental), activa un tipo de proteína del sistema inmunológico llamada TLR4 que a su vez estimula la respuesta inflamatoria. Teniendo en cuenta este mecanismo los investigadores comprobaron que, al inhibir la respuesta de este receptor, bloqueaban los efectos de la proteína del pelo del gato y no se manifestaba la alergia.
Los resultados concluyen que cuando la toxina está presente incrementa la reacción del sistema inmunológico e intensifica la respuesta inflamatoria física.
Según Clara Bryant, investigadora principal del estudio:
A partir de los medicamentos que ya han sido desarrollados para inhibir el receptor TLR4, tenemos la esperanza de que nuestra investigación dará lugar a nuevos y mejores tratamientos para el gato y, posiblemente, las personas con alergias del perro.
Me gustan los gatos
Si no tenéis alergia a los gatos, u os da igual tenerla porque los gatos son monísimos, entonces quizá os interese saber que estos felinos fueron los últimos animales domesticados, hace 3.500 años por parte de los antiguos egipcios.
También son capaces de orientarse con los bigotes. Cuando extiende las zarpas, las pezuñas duplican su tamaño. A diferencia de los perros, pueden mover los dedos por separado y “preformar” el agarre antes de atacar.
Si os habéis quedado con ganas de descifrar algún otro misterio de los gatos, quizá os interese revisar el artículo ¿Podría un gato sobrevivir a una caída desde un rascacielos?
Vía | AMSalud