¿Es cierto que los gatos siempre caen a cuatro patas?

¿Es cierto que los gatos siempre caen a cuatro patas?
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Los gatos, especialmente si están plasmados en fotografías o en vídeos, tienen un atractivo especial para el usuario medio de Internet. Por eso no es extraño que Google y la Universidad de Stanford armaran un “simulador cerebral” y lo emplearan para reconocer gatos en Youtube. Y es que los gatos llevan tiempo con nosotros: los gatos domésticos proceden de cinco líneas maternas diferentes de gatos monteses de Oriente Próximo, domesticados hace más de 10.000 años coincidiendo con el comienzo de la agricultura.

Y nos parecen adorables, a pesar de que algunos sean portadores de un parásito que, según se especula, podría provocar daños irreversibles a largo plazo en el cerebro humano. Además, fueron toda una pesadilla para los pobladores de Isla Marion, donde desembarcaron para eliminar el exceso de ratas pero acabaron casi por extinguir las especies autóctonas: podéis leer más sobre esta historia en La isla que fue invadida por los gatos... porque en ella había demasiados ratones.

En consecuencia, alrededor de los gatos se han generado muchos mitos, como el que tienen 7 vidas. En particular, el mito de que los gatos siempre caen de pie es, obviamente, falso. Pero no es totalmente incierto.

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Lo que de verdad distingue al gato de la mayoría de los animales es que presentan una mayor eficacia a la hora de rectificar su postura en una caída para así caer sin hacerse daño. Es decir, que no caen siempre de pie, pero al menos no caen "mal". Esto también significa que los gatos, a poca altura, tienen más probabilidades de hacerse daño que a mayor altura, pues tienen más tiempo para corregir su postura.

Entonces estaréis pensando... ¿hasta qué punto podemos lanzar un gato? Por mucho que pueda corregir su postura, a determinada altura no puede salvarse ningún mamífero. Sí, pero no.

En un artículo titulado “El síndrome del edificio alto en los gatos”, publicado en 1987 en el Journal of the American Veterinary Medicine Association, se estudiaban las heridas y los índices de mortalidad de los felinos que habían sido trasladados al hospital tras una caída que oscilaba entre las 2 y las 32 plantas. si bien la incidencia de heridas y de muerte alcanzaba su punto máximo en la planta número 7, a medida que se incrementaba la altura de la caída… entonces la mortalidad disminuía.

La hipótesis es la siguiente: el gato se pone tenso a medida que acelera, lo cual reduce su capacidad de absorción del impacto. Pero si se cae de mayor altura, tiene tiempo de alcanzar su velocidad terminal (deja de acelerar), con lo cual el gato se relajará un poco más (todo lo que pueda relajarse un animal que observa que está cayendo en picado desde una altura descomunal), aumentando así su flexibilidad y el área de la sección transversal sobre la que el impacto se difunde.

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Por su parte, la Academia de las Ciencias de París convocó un concurso público en 1984 para encontrar la explicación física de cómo lo hacían los gatos para caer a cuatro patas. Se necesitaron de imágenes detalladas del movimiento que realizan a medida que caen para entender cómo, en menos de medio segundo, los gatos pueden ponerse en la posición correcta. Según explica Daniel Closa i Autet en su libro 100 mitos de la ciencia:

El principal problema era un detalle de la mecánica que obliga a que el momento angular del cuerpo se conserve. En la práctica, esto quiere decir que, si un cupero está cayendo sin más, únicamente puede girar una parte del cuerpo si hay otra que se mueve en sentido contrario. De manera que el gato se las tiene que ingeniar de alguna otra forma. (...) Lo primero que hace un gato al caer es estirar las patas de atrás de manera perpendicular al cuerpo. Al mismo tiempo, encoge las patas delanteras. Esto tiene un efecto importante a la hora de controlar el movimiento angular, ya que la manera como responderá será diferente para la parte de delante y para la parte de atrás. ¿Habéis visto alguna vez cómo giran los patinadores? (...)
Pues el gato hace lo mismo, pero por partes. Al tener unas patas estiradas y las otras encogidas, puede girar la parte de delante del cuerpo hasta ponerse de cara al suelo. Eso implica que la parte de atrás también gire en sentido contrario, pero, como las patas está estiradas, el giro será menor. Segudamente el gato cambia la disposición de las patas. Encoge las de atrás y estira las de adelante. Así puede girar la parte posterior del cuerpo con poco efecto sobre el anterior. Al final acaba encarado al suelo y con las patas a punto para absorber el impacto de la caída.
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