
Tienen una envergadura de 3 centímetros y pesan solo 80 miligramos. Sin embargo, estos robots diminutos, los RoboBees fabricados por el Harvard Microrobotics Lab, poseen una cualidad más extraordinaria: posee un nuevo tipo de programación imita la forma en que funciona el cerebro de un insecto.
Cerebros de insecto
Los chips de ordenador neuromórficos, a diferencia de los chips tradicionales, que procesan combinaciones de 0 y 1 como código binario, los procesan picos de corriente eléctrica que se traducen en combinaciones complejas, similar a cómo las neuronas se activan dentro de un cerebro.
Según explica Silvia Ferrari, profesora de ingeniería mecánica y aeroespacial y directora del Laboratorio de Sistemas Inteligentes y Controles de Cornell, y una de las autoras de este desarrollo, ahora se encuentran está concibiendo una nueva clase de algoritmos de detección y control "basados en eventos" que imitan la actividad neuronal y pueden implementarse en chips neuromórficos".
Mientras que el robot actualmente permanece atado a una fuente de energía, investigadores de Harvard, con quienes se ha aliado el Laboratorio de Ferrari, están trabajando para eliminar la restricción con el desarrollo de nuevas fuentes de energía.