Control mental de un brazo robótico

Control mental de un brazo robótico
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La noticia apareció hace poco en la red. Dos monos han conseguido alimentarse controlando un brazo robótico con la mente, gracias al trabajo de un grupo de ingenieros neurológicos de la Universidad de Pittsburgh.

Para lograr estos resultados, se ha diseñado un programa informático que traduce la actividad neuronal de una zona concreta del cerebro en movimientos reales de un brazo biónico, librando así al mono de tener que usar sus propios brazos.

Entendamos un poco más sobre este tema con las ideas clave de este extenso trabajo de investigación.

  1. La base de este experimento es identificar qué neuronas causarían el movimiento, cuántas harían falta, y traducirlo en algo que pueda hacer el brazo biónico. En acciones como las del estudio, son millones de neuronas las que actúan, pero simplemente con 100 ya se tienen los datos para un movimiento básico. La zona a la que pertenecen se conoce como cortex motor, encargado del movimiento.

  2. Es necesario que el mono se familiarice con los elementos con los que trabaja. Para este fin, las primeras pruebas las realizaron con un joystick que controlaba el brazo robot. De esta forma, su cerebro empezó a crear sus propios esquemas, algo así como las frases que el programa tenía que traducir.

  3. Una vez llegado a este punto, se diseñó el programa que traducía estos esquemas neuronales. Intentando simplificarlo hasta el límite, podemos imaginar dos neuronas que se envían información. Si la primera envía una señal a la segunda, el brazo se moverá adelante. Si la segunda se lo envía a la primera, atrás. Esto, traducido al brazo robótico, sería dar alimentación al motor encargado de moverlo en un sentido, o en otro.

  4. Cuando todo estuvo programado y testeado, fue necesario hacer pruebas reales con los monos. En este punto fue muy importante evitar la frustración de los monos en los primeros intentos, por lo que los propios investigadores los fueron ayudando.

Y estos fueron los resultados:

Aún así, todavía falta mucho para que una persona discapacitada pueda aprovechar estos avances. Y es que para lograr estos resultados, es necesario un equipamiento muy voluminoso y sobre todo, implantar unos electrodos en el cerebro del paciente.

Porque a nadie le gusta que le pinchen.

Y menos, en el cerebro.

Más información | NewScientist (en inglés) Más información | Motorlab (en inglés)

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