
La forma en que encontramos pareja los seres humanos (al menos estadounidenses) fue exhaustivamente analizada en el Sondeo Nacional de Salud y Vida Social (también conocido como el Sondeo del Sexo en Chicago).
El estudio analizó una muestra de 3.422 personas de entre 18 y 59 años en 1992. Y contiene información precisa sobre la elección de pareja, las prácticas sexuales, los rasgos psicológicos, las medidas sanitarias y un largo etcétera. Sin duda constituye, pues, una de las descripciones más precisas y completas de la conducta amorosa y sexual de los estadounidenses.
Algo que también refleja este estudio es un dato que no aparece en casi ningún otro estudio sobre el tema: la forma en que los individuos escogieron a sus parejas sexuales.
En ese sentido, observando el estudio podemos descubrir que alrededor del 68 % de las personas del estudio conocieron a sus cónyuges después de que los presentara alguien a quien conocían. Sólo el 32 % se conocía por vía de la autopresentación. Incluso en las relaciones sexuales cortas, incluso de una sola noche, el 53 % de las parejas las presentó otra persona.
Lo que refleja que la figura de la celestina o alcahueta, a pesar de la mala prensa que tiene, es en realidad el motor de la mayoría de emparejamientos.
Por supuesto, no sólo los amigos nos presentan a potenciales parejas sexuales o futuros cónyuges. También lo hacen los familiares, aunque sobre todo en el caso de futuros cónyuges y no para relaciones sexuales esporádicas, como también refleja el estudio.
Esto demuestra que instintivamente depositamos una gran confianza en amigos y familiares a la hora de que nos presenten posibles relaciones. Esto sucedería porque resulta ser un atajo muy interesante. Es decir, cuando conocemos a una persona nada sabemos de ella. Sin embargo, cuando son otros los que nos presentan a alguien, tienen información sobre nosotros y también sobre nuestra potencial. Incluso es posible que conozcan detalles muy importantes y personales que pueden resultar cruciales para trabar una afinidad profunda.
Pero ¿y las personas que se conocen por azar y no por mediación de otros? Pues resulta que no es exactamente el azar el encargado de juntar a la mayoría de estas parejas. El Sondeo del Sexo en Chicago también preguntó a los encuestados dónde suelen conocer a sus parejas. Y el 60 % de los sujetos del estudio conocieron a sus cónyuges en el instituto o en la universidad, en el trabajo, en una fiesta, en la iglesia o en un club social. Es decir, lugares que suelen congregar a personas que comparten determinadas características.
Sólo el 10 % conoció a sus esposas en un bar, por medio de un anuncio personal o en el lugar donde pasaba las vacaciones, donde la diversidad es mayor pero el número de tipos de personas que pueden llegar a ser pareja sigue siendo limitado.
Tenedlo en cuenta si tenéis ganas de echaros novia/novio. Confiad en la gente que os conoce. Tened los ojos abiertos en los lugares donde acuden personas parecidas a vosotros.
Sin embargo, los sitios donde se conoce a la gente para entablar futuras relaciones pueden cambiar con los años. De hecho, ahora mismo están cambiando a pasos agigantados. Por ejemplo, entre 1914 y 1969, del 15 al 20 % de los encuestados de un estudio llevado en Francia a lo largo de la historia del flirteo de todo el siglo XX, declararon haber conocido a las personas con quienes se casaron en el barrio.
Pero en el año 1984, el porcentaje descendió hasta el 3 %, lo cual refleja el declive de los vínculos sociales basados en la proximidad geográfica como consecuencia de la modernidad y del crecimiento de las ciudades.
Con la llegada de Internet, las cosas cambian aún más deprisa. Año a año, las personas que se han casado a través de las redes sociales de Internet crecen exponencialmente. Según una encuesta realizada en EEUU, casi 3 millones de parejas iniciaron relaciones duraderas o incluso se habían casado gracias a Internet.
Vía | Conectados de Nicholas A. Christakis y James H. Fowler