Son tantas las contraseñas que ya forman parte de nuestra vida cotidiana, desde el correo hasta el acceso a la AppleStore, que cada vez más se imponen sistemas de creación de contraseñas con cierta lógica o relación entre ellas.
Lo que está claro es que intentar gestionar las contraseñas que suelen venir por defecto resulta imposible, pues para nuestras mentes es muy laborioso recordar cosas sin significado, del tipo XKSLS33!. Hubo, de hecho, un hombre que quiso intentarlo hace ya un siglo, con resultados penosos.
Memorizando cosas sin sentido
Hermann Ebbinghaus se pasó años memorizando miles de sílabas sin sentido como DAX, MER, FUT, PON, LIG, etc. Lo que descubrió, muy a su pesar, es que las sílabas sin sentido eran muy difíciles de recordar, y muy fáciles de olvidar.
Después de una hora memorizando, por ejemplo, podía olvidarse de más de la mitad de las sílabas que había memorizado concienzudamente. Por ello, un de los trucos más viejos de mnemotecnia consiste en dotar de significado las palabras que queremos memorizar o formar historias con ellas.
El problema es que no solemos hacer este esfuerzo con nuestras contraseñas, y el olvido de contraseñas se ha convertido en uno de los problemas más ubicuos e inherentes a Internet. Por ejemplo, el New York Times ha informado que mil lectores online a la semana se olvidan de sus contraseñas. El 15 % de los nuevos usuarios son viejos usuarios que han olvidado la contraseña y ni siquiera pueden recuperarla.
Este problema también se extiende a la hora de recordar toda clase de números y fórmulas en un mundo donde ya hay sobrecarga de información, tal y como explica Joseh Hallinan en su libro Las trampas de la mente:
Nuestras vidas están llenas de otras cosas importantes que sin embargo olvidamos con una frecuencia alarmante, como los cumpleaños y los santos, las carteras y los teléfonos móviles, así como el sitio en el que aparcamos los coches. Una encuesta reciente realizada a tres mil personas descubrió que una cuarta parte de ellas no podían recordar sus propios números de teléfono, y dos tercios no podían recordar la fecha de nacimiento de más de tres amigos o familiares.
Un problema que, por cierto, no tienen los que poseen memoria eidética. Las personas con hipertrofia de la memoria eidética pueden recordar cualquier cosa que hayan visto u oído, incluso aunque lo hayan percibido una sola vez y de forma fugaz. Se produce con frecuencia en los niños, que incluso serían capaces capaces de reconstruir una imagen tan completa como para deletrear una página entera escrita en un idioma desconocido que apenas han visto durante unos momentos.