Creacionismo y evolucionismo: una reflexión

Creacionismo y evolucionismo: una reflexión
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Estos dias he leido una entrevista realizada a Daniel Dennett en Del Spiegel de diciembre de 2005, y la verdad es que es una de esas entrevistas en las que aprendes un montón de cosas, y además te hacen pensar. Daniel Dennett es profesor de Universidad y Profesor Austin B. Fletcher, y director del Centro de Estudios Cognitivos en la Universidad de Tufts en Massachussets. Es autor de Freedom Evolves y Darwin's dangerous idea, entre otras obras, y en la entrevista que menciono habla de lo atractivo que resulta el creacionismo y de cómo la teoría de Darwin acaba con las ideas preconcebidas de quienes defienden la Creación.

Tengo que decir que esta entrevista refuerza mis opiniones con respecto al carácter eminentemente humano de la presencia divina en nuestra historia. Una reflexión muy ineresante que hace Dennett es la de que la idea del creador que está implantada en el ser humano, la idea de la inteligencia superior como llave para la comprensión de la realidad, viene de nosotros mismos. En efecto, desde los primeros protohumanos, los primeros que fueron capaces de realizar herramientas para conseguir paliar las deficiencias de nuestro modelo físico, la idea de que el creador de la herramienta es más maravilloso que la propia herramienta es inconsciente Es decir, un humano crea una lanza, por tanto la lanza es un objeto concreto y simple, y desde su punto de vista (si se puede hablar del punto de vista de una lanza), el hombre es el Creador de su Universo, y mantiene todas las propiedades de omnisciencia intactas.

Esto puede parecer nada más que un truco burdo, un uso rebuscado del lenguaje, pero no lo es. Simplemente hacemos un ejercicio de reflexion para buscar las causas de nuestras (y hablo de la Humanidad en general, no me incluyo especialmente) creencias. Esto es lo que Dennett hace, para mi, magistralmente. Parafraseándolo, los defensores del Diseño Inteligente reforzarán sus argumentos precisamente preguntando "¿has visto alguna vez un cuadro que no haya sido pintado, un edificio que no haya sido construido? Este es un tema extremadamente complicado, y apesar de ser esta un entrada bastante larga, mi intención es que este sea un comienzo para más entradas relacionadas con este tema que está tan en primera linea estos tiempos.

Pero, ¿puede ser posible que existan diseños sin diseñador? La respuesta, desde el darwinismo, es que si. Igual que el tema del alma, que se podría esgrimir como falla del sistema darwiniano, tiene sus explicaciones. Alma es una convención, una palabra, que lo que hace es condensar una serie de conceptos como la conciencia y la mente. El alma como se divulga en entornos creacionistas no tiene nada que ver con el alma reconocible en todos los seres vivos. Y digo bien, en todos los seres vivos multicelulares y no sólo en el hombre. Afirmar lo contrario es no reconocer en los demás animales la facultad de conocer su entorno generar respuestas al mismo. Esto es el alma, es decir, la mente. La mente es, a falta de una mejor definición, el producto perceptible por nosotros mismos de uno de nuestros órganos, el cerebro. Como tal, resulta que el cerebro contiene los mecanismos necesarios para ser consciente de si mismo, y por extensión, nosotros somos conscientes de nosotros y conocemos nuestro entorno.

En seres de menor escala evolutiva, la conciencia de si mismos no está presente por no ser necesaria para sus objetivos. Una mosca no necesita tener constancia de sí misma, pero si debe saber interactuar con su entorno, y lo hará mediante el sencillo mecanismo de estímulo-respuesta. Extrapolando al ser humano, podemos ver si ajustamos nuestra lente adecuadamente, que nuestro comportamiento se puede reducir a miles de millones de estímulos-reacciones combinadas en una macro-respuesta.

El hecho de que hayamos llegado hasta el punto actual de evolución tiene la explicación en la teoría de Darwin. Los animales (simplifiquemos) tiene objetivos claros y tanto más simples cuanto más abajo estén en la escala evolutiva. Ante esos objetivos, abstrayéndonos un poco, podemos ver que la reacción de los animales será la de desarrollar aquéllas soluciones que le permitan acceder al objetivo mejor y más pronto que sus rivales, y descartar las opciones equivocadas. Eso es evolución.

¿Qué hay de extraordinario en los humanos? ¿Qué es lo que nos hace creer que estamos en la cima de la escala evolutiva? O bien, ¿qué es lo que nos hace pensar que una entidad superior nos ha colocado en la Tierra? La respuesta que más me satisface es que no hay nada tan extraordinario. La evolución nos ha llevado a elegir una respuesta a los estímulos que llamamos lenguaje, y que sirve como el catalizador más importante de la naturaleza, en cuanto a que es la memoria de la raza (entiéndase aqui raza humana), de la misma forma, o incluso con más importancia que el patrón genético que transmitimos a nuestra descendencia.

El lenguaje nos permite acelerar los mecanismos evolutivos, incluso mejorarlos, ya que mediante el lenguaje se establecen los patrones colaborativos, se debaten las ideas (algún día hablaremos acerca de las ideas), se genera una cantidad tan grande de información que se nos permite dar los pasos agigantados que damos siglo a siglo, e incluso nos permite estar ahora mismo razonando a partir de premisas muy sencillas.

Las palabras de Dennett refuerzan estos argumentos: "puedes aprender de gente que ya no está aquí, de gente a la que nunca has conocido. [...] La cultura humana se convierte en una profunda fuerza evolucionaria." La cultura humana es una demostración tremendamente interesante de qué significa evolución, ya que desde el comienzo de la comunicación humana, las técnicas, las ideas, las creencias también, han ido pasando de generación en generación y han ido adaptándose a los tiempos, han ido sorteando los fallos propios de cualquier mecanismo evolutivo. Casi todos esos fallos han sido, curiosamente, aquellos aspectos de la cultura que han sido especialmente estancos, cerrados, represivos de la cultura misma y defensores del dogma, o explicación sin explicación. Este es un ejemplo de comportamiento religioso, dicho sea de paso. Para mi, el abandono del dogma es un ejemplo claro de la eficacia de la evolución (en este caso cultural, y aún queda tiempo para que dicha evolución cultural se complete) y representa un enorme placebo que encierra la clave prefabricada para llenar los huecos de nuestra propia ignorancia. Entiéndase ignorancia como algo positivo, ya que de saber que somos ignorantes, nos esforzaremos en comprender más las cosas, sin recurrir a placebos.

Quiero aclarar aqui, antes de terminar, que lo que se ha expuesto en esta nota es un desarrollo personal basado en partes de la entrevista citada a Daniel Dennett, y que pretende dar una visión personal a un tema que, por si sólo, podría dar lugar (y de hecho lo hace) a toneladas de páginas de información.

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