Si un intelectual abraza las pseudociencias o la magufería no es un intelectual (y menos debería ser un político)

Si un intelectual abraza las pseudociencias o la magufería no es un intelectual (y menos debería ser un político)
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Charles Percy Snow, en su famosa conferencia sobre las “Las dos culturas”, lo expresó de forma contundente: "¿Qué entiende usted por masa, o por aceleración? es el equivalente científico de ¿Sabe usted leer?".

Que veamos en los medios de comunicación a intelectuales que estén formados tan científicamente como la están en todo lo demás quizá sea, por el momento, una entelequia: lo mínimo que deberíamos exigir es que los intelectuales que abrazan pseudociencias sean retratados como anti-intelectuales. Porque no basan su opiniones en la evidencia, básicamente.

Magufería políticamente aceptada

No se trata de censurar ideas, ni siquiera de evitar explorar ideas científicas heterodoxas. De lo que se trata es de considerar como incultas las afirmaciones profundamente anticientíficas, tal y como subraya el físico Alan Sokal en su libro Más allá de las imposturas intelectuales:

Sería mejor imaginar un continuo donde la ciencia bien asentada (por ejemplo, la idea de que la materia se compone de átomos) se sitúe en un extremo; a continuación se encontraría la ciencia puntera (las oscilaciones del neutrino, por ejemplo) y la ciencia dominante pero especulativa (la teoría de cuerdas); después, mucho más allá, la ciencia de mala calidad (los rayos N, la fusión fría), y al final, tras un largo recorrido, la pseudociencia.

Magufos

Si defiendes pseudociencias como la homeopatía, si atacas las vacunas, si sugieres que el 5G provoca daños y una larga lista de ideas ampliamente difundidas en los medios de comunicación, deberías ser automáticamente catalogado como de persona no leída, no informada, no docta, o quizás, incluso, fanatizada por algún movimiento sectario.

De nuevo, hay que recalcar que estas ideas pueden verterse con la misma alegría que Miguel Bosé publica sus disparates sobre el coravirus en sus redes. No hay que censurar. Lo que hay que hacer es tildar convenientemente, criticar, y, sobre todo, cuestionar los medios que dan pábulo a tales personajes y las instituciones que los elevan a la categoría de intelectual, sabios o hasta políticos.

Sí, porque entre los políticos podemos encontrar un algo porcentaje de analfabetos funcionales (es decir, magufos) que incluso han dirigido ministerios vinculados con la ciencia, como el de Sanidad. En el siguiente vídeo podéis ver algunos de los casos más escandalosos. Casos que, quizá cuando consideremos la ciencia como parte indistinguible de la cultura general, no vuelvan a tener lugar:

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