Turismo negro para visitar lugares catastróficos o morbosos (y III)

Turismo negro para visitar lugares catastróficos o morbosos (y III)
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Las visitas tranquilas a lugares donde han ocurrido sonados asesinatos, secuestros, violaciones y demás también tienen un gran éxito dentro del turismo negro. ¿Quién no ha visto en la televisión el asesinato al presidente de los Estados Unidos John Fitzgerald Kennedy en 1963? Ahora se puede visitar el sexto piso de la Plaza Dealey de Dallas donde su asesino disparó al presidente. Así podréis contemplar qué punto de vista tenía Oswall antes de apretar el gatillo. Incluso el lugar es ahora un museo donde podréis comprar un souvenir.

Más lugares donde han ocurrido asesinatos son el motel Memphis, en el que perdió la vida Martin Luter King o el teatro de Ford donde murió Lincoln. Debido, incluso, a la gran afluencia de visitantes y curiosos, la casa donde estuvo secuestrada durante 9 años Natascha Kampusch ha sido comprada por ella misma para evitar que se convierta en lugar de visita o que los turistas acabaran comprando como souvenir ceniceros o tazas de café.

Tal y como ha ocurrido con la casa donde estuvo también en cautiverio durante 24 años Elizabeth Fritzl, que a pesar de estar vigilada las 24 horas por la Policía austriaca recibe a diario turistas de Hungría y Alemania. Como ocurre con Praia da Luz en Portugal, en el complejo turístico del Algarve, el lugar donde desapareció Madeleine McCann. O, ya en España, como ocurre también en Puerto Hurraco o Alcàsser, ambos conocidos lugares donde se han sucedido crímenes especialmente cruentos.

Lugares en los que una mezcla de morbo y falta de escrúpulos producen cada año cifras millonarias gracias al turismo. Algunos lugares, conscientes de ello, incluso no dudan en explotar esta cuota de interés oscuro. Por ello Sri Lanka se ha convertido en un país famoso por brindar un mercado sexual de menores de edad a pedófilos, y lo que más llama la atención de Brasil, Cuba o Santo Domingo para muchos turistas son las mulatas tropicales. Tal y como refiere Martín Caparrós en su recopilación de artículos La guerra moderna a propósito del turismo sexual:

El turismo sexual existió siempre. Ya algún romano escribía sobre los finos tobillos y las salaces danzas de las cartaginesas de Cádiz, hace 2000 años. Y Venecia atraía viajeros por sus cortesanas hace 200. Pero últimamente, con la explosión turística, el mundo se ha convertido en un burdel con secciones bien diferenciadas. Hace unos 15 años, a algunos gobiernos les pareció que podía ser una buena forma de atraer turistas, es decir: dinero.

En 1980, el primer ministro de Tailandia se dirigía a una reu¬nión de gobernadores: Para incrementar el turismo en nuestro país, señores gobernadores, deben contar con las bellezas naturales de sus provincias, así corno con ciertas formas de entretenimiento que algunos de ustedes pueden considerar desagradables y vergonzosas porque son formas de esparcimiento sexual que atraen a los turistas. Debemos hacerlo porque tenemos que considerar los puestos de trabajo que esto puede crear…. Y los agentes de viajes, los hoteleros, las compañías aéreas también sacan tajada. Los turistas están produciendo muchos cambios en el mundo. El periodista francés Jean-Paul Sartre los llamó, alguna vez, los invasores suaves.

El matemático John Allen Paulos también cuenta una divertida anécdota que le sucedió en un pueblo costero de Tailandia en Navidad de 2006 que pone de manifiesto esta cultura de emplear la belleza para obtener beneficios de los extranjeros, una cultura que ya reina en la conciencia colectiva de las chicas tailandesas. La escena sucede en un cibercafé, donde tres chicas jóvenes saltan de uno a otro ordenador manteniendo conversaciones simultáneas con hombres de otros países.

A través de la webcam se muestran sonrientes y apetecibles a un puñado de turistas solitarios que habían visitado ya Tailandia y entonces conocieron en persona a estas chicas. La experta en inglés del grupo de chicas ayudaba al resto a escribir mensajes seductores a fin de sacar dinero a estos farangs (en tailandés, extranjeros) que ellas consideraban sus sameys (en tailandés, novios o maridos). Allen Paulos, intrigado por esta suerte de transacción económica basada en el amor, empezó a ayudar al grupo de chicas a escribir mensajes más románticos todavía, como cuenta en su libro Elogio de la irreligión:

Fue muy divertido ayudarlas a desplumar a farangs de tres continentes a través de la oficina contigua de la Western Union. (Puede que “desplumar” no sea la palabra más adecuada, ya que considero que la transacción era justa y nada onerosa: una fantasía navideña a cambio de unos pocos dólares.) Recordé que Christopher Moore, un novelista afincado en Bangkok cuyas intrigas están ambientadas en Tailandia, señaló jocosamente que el tailandés no tiene ninguna palabra o expresión corriente para la “integridad” estricta, y sí muchas para “diversión” y “risa”.

Otros lugares malditos que los turistas negros se pirran por recorrer son los lugares terroríficos o siniestros. Lugares como el Castillo de Bran, en Transilvania, que fue la residencia de Vlad Tepes El Empalador, personaje histórico que inspiró la figura de ficción del conde Drácula. El castillo es visitado al año por más de medio millón de visitantes. Hasta el gobierno local considera adquirir el castillo para fines turísticos. En Londres se pueden seguir los movimientos de Jack el Destripador por toda la ciudad, pisando los sitios donde segó la vida a todas y cada una de sus víctimas. Y en Hollywood existe en Dearly Departed Tour, una visita guiada por los diferentes lechos de muerte de los famosos.

Si os apetece embarcaros en esta clase de turismo sórdido o masoquista, os emplazo a revisar los listados de los países más peligrosos desde el punto de vista turístico. Forbes, las Naciones Unidas, la Norwich Union Travel Insurance y el Ministerio de Asuntos Exteriores son algunas de las revistas, instituciones y organismos que elaboran los lugares que más se desaconseja visitar si no queremos ver peligrar nuestra integridad física. La guía de viajes francesa Petit Futé ha elaborado también un ranking de los que considera los 11 destinos más peligrosos del planeta en la actualidad.

En el listado aparece Bolivia y su crisis gubernamental;
Colombia y las tensiones con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC);
Honduras y sus altos niveles de delincuencia; Irak y los ataques terroristas;
Afganistán y los secuestros de extranjeros;
Libia y su conflicto con Argelia;
Malasia y su problema de salud pública debido a la propagación de la fiebre chikungunya o artritis epidérmica, una enfermedad tropical infecciosa que se transmite a través de la picadura de un mosquito;
Fiji y su problema también de salud pública con la propagación del dengue, que también la transmite un mosquito y provoca fiebres hemorrágicas;
Corea del Norte y su régimen totalitario; Somalia y su guerra civil, que dura desde 1991, además de la continua amenaza de piratas contemporáneos que secuestras cruceros en sus costas;
y Georgia y su tensa relación con Rusia (el único país europeo de la lista, por cierto).

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