El fármaco que convirtió en volcanes en erupción a 80 pacientes tan pasivos como zombis

El fármaco que convirtió en volcanes en erupción a 80 pacientes tan pasivos como zombis
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El otro día volví a ver la película Despertares, protagonizada por Robin Williams (médico) y Robert de Niro (paciente), inspirada en un libro homónimo de uno de los neurólogos más populares del mundo: Oliver Sacks.

En él que se cuenta el milagro inesperado que produjo un compuesto llamado levo-dehidroxifenilalanina o L-dopa para los amigos.

Ochenta pacientes que estaban desarrollando una forma extrema de la enfermedad de Parkinson tras haber contraído encefalitis letárgica en la década de 1920 tomaron ese compuesto.

Ingresados en un residencia, inmersos en la catatonia durante años (Sacks los describe como personas “totalmente faltas de energía, ímpetu, iniciativas, motivaciones, apetitos, afectos o deseos… tan insustanciales como fantasmas y tan pasivos como zombis… volcanes extintos”), allí recluidos, ya digo, de repente despertaron. Pero no solo despertaron sino que se convirtieron el volcanes en plena erupción.

Durante la primavera de 1969, a raíz del éxito que había tenido un doctor en el tratamiento de pacientes de Parkinson con L-dopa, un precursor de una sustancia química del cerebro, la dopamina, Sacks comenzó a tratar a sus pacientes catatónicos de Nueva York.

Y lo de compararlos con volcanes que de repente entraron en erupción es del todo procedente, tal y como explica Sam Kean en La cuchara menguante:

Algunas personas se volvieron hipercinéticas, con pensamiento, con pensamientos atropellados, mientras que otros empezaron a alucinar o a roer cosas como animales. Pero en casi todos los casos, estas personas olvidadas preferían las manías que les provocaba la L-dopa a su anterior estado de apatía.
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