Teletranspórtame, Scotty

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La teletransportación, aunque ha sido una idea sugestiva y omnipresente en la ciencia ficción, siempre ha resultado una quimera.

No sólo por los problemas físicos que plantea sino también por los filosóficos: si podemos copiar el puñado de átomos que nos compone y formarlo en otro lugar distante, ¿quién somos en realidad? ¿El original o la copia?

¿Y existe algo parecido a la conciencia o incluso la vida si nos esfumamos para ser reconstruidos en otro lugar con otros átomos diferentes? ¿No nos morimos en realidad? ¿O la pregunta no tiene sentido?

Sin embargo, la teletransportación empieza ser más plausible década a década. Al menos a pequeña escala. La revista Time ha incluido un experimento en este sentido como uno de los más destacado del año 2009.

El Joint Quantum Institute de la Universidad de Maryland anunció haber transferido a una distancia de un metro y sin viajar por ningún medio físico información entre átomos aislados. Lo hizo con un equipo integrado por expertos de la Universidad de Maryland, el Organismo Nacional de Seguridad de Estados Unidos y el Instituto Nacional de Normas y Tecnología estadounidense. Algo que sólo se había conseguido realizar entre fotones.

El entrelazamiento convierte a la teleportación en una tecnología clave para desarrollar la próxima generación de superordenadores (computación cuántica), una nueva internet (internet cuántica) y el envío de información totalmente protegida (criptografía cuántica).

En 2006, investigadores de la Universidad de Tokio, la Agencia para la Ciencia y la Tecnología de Japón y la Universidad de York (Reino Unido), consiguieron clonar partículas y teletransportarlas a la vez. "Esto proporciona una vía más económica de teletrasporte, pues se ahorran recursos al realizar la copia y la transferencia de datos a la vez, en lugar de hacerlo en pasos separados", afirmó Samuel Braunstein, de la Universidad de York.

El problema es que un ser humano tiene y trillones de átomos.

Además, según especulaba en físico Lawrence Krauss en La física de Star Trek: vaporizar un cuerpo en pura energía necesitaría el equivalente a 1.000 bombas de 100 megatones.

Sobre la teletransportación también ahonda un libro de reciente publicación, Física de lo imposible, de Michio Kaku. En él se predice que en unas décadas tal vez podamos teletransportar una célula, un virus o ADN.

Sin embargo, si en unos cientos de años se consigue treletransportar algo más grande como un ser humano, ¿habrá alguien dispuesto a que lo vaporicen (o sea, maten) con la promesa de que un puñado de átomos en una distancia remota que organizarán de tal modo que tendrán exactamente el mismo aspecto que él justo en ese instante, incluida la posición de todos los átomos de su cerebro y, por tanto, de su pensamiento?

Vía | La razon.es

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