Albert Einstein

Albert Einstein
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Premio Nobel de Física, medallas Copley y Max Planck, formulador de la Teoría de la Relatividad, del movimiento browniano, del efecto fotoeléctrico, persona del siglo según Time, padrino del elemento 99 de la tabla periódica (einstenio)... y ahora figura de acción por menos de 10 dólares USA y un robot humanoide de vanguardia.

Encontrarme con este muñequito tan simpático e inspirador me ha recordado cómo en la figura de Albert Einstein se dan dos cualidades que, generalmente, no suelen coincidir en la misma persona: el genio científico y la popularidad más absoluta al más puro estilo de las estrellas de rock. ¿Acaso alguien imaginaría una figurita de Pascal o un robot con la cara de Barbacid? Según uno de los creadores de Albert HUBO, el de Einstein es el rostro más famoso del mundo.

Nacido en 1879 en el seno de una familia judía de Alemania (a cuya nacionalidad renunció más tarde al conseguir pasaporte suizo), el genio tuvo una personalidad inquieta desde su infancia. A pesar de la leyenda de que no era un buen estudiante, Einstein destacó ya en la escuela y a los 12 años ya se hallaba inmerso en el estudio de geometría euclidiana. Con 22 años se graduó en Zúrich en Físicas.

El reconocimiento comenzó a llegarle mientras que trabajaba en la oficina de patentes de Berna. En 1905, año conocido como Annus Mirabilis, por lo importante que fue para su carrera, publicó cuatro artículos en la revista Annalen der Physik, a pesar de su pobre entorno científico. Con ellos contribuyó notablemente al entendimiento e incluso definición del efecto fotoeléctrico, el movimiento browniano, la relatividad especial y la equivalencia masa-energía (donde apareció la famosa ecuación E=mc2). De hecho, el premio Nobel que recibió 16 años más tarde se debe a sus trabajos sobre el efecto fotoeléctrico, y no a la teoría de la relatividad general, como cabría pensar.

Albert HUBO

La teoría de la relatividad general a la que aludía al final del párrafo anterior llegó precisamente en 1915 y tuvo su primera confirmación experimental en 1919, a pesar del desacuerdo de buena parte del mundo científico. A partir de aquí, la persona dio lugar al personaje y Albert Einstein se vio inmerso en un estrellato sin paragón en el mundo de la física.

Probablemente, también influyó en la percepción pública de Einstein su compromiso político y social, una faceta que nunca rehuyó. Fundador del Partido Democrático Alemán, gran detractor de Hitler (hasta el punto de nacionalizarse americano tras el comienzo de la II Guerra Mundial), socialista perseguido por McCarthy, sionista desilusionado, mediador en la Guerra Fría y, sobre todo, pacifista hasta la utopía.

El Nobel, como he comentado antes, lo recibió en 1921 "por sus servicios a la Física Teórica y especialmente por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico".

Einstein fotografiado por Arthur Sasse

Cuatro años antes de su muerte, en 1951, durante su 72º cumpleaños, el fotógrafo Arthur Sasse tomó la instantánea que mejor muestra esa mezcla de persona, eminencia y personaje. En ella, el sabio sacaba su lengua a la cámara, una pose que pronto dio la vuelta al mundo y que hoy se puede encontrar en laboratorios, dormitorios y residencias de todo el planeta. Además, su peculiar apariencia física le ha hecho aparecer en dibujos animados, cómics y hasta en películas, donde ha sido encarnado por el gran actor Walter Matthau.

Albert Einstein murió en Princeton, donde trabajó entre 1933 y 1945, debido a la ruptura de un aneurisma de aorta. Antes de que incinerasen su cadáver, se extrajo su cerebro para su estudio. El físico dejó sus derechos de imagen a la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Sin lugar a dudas, si hay un científico que se merece tener su propio muñeco o ponerle cara a un androide, ése es Albert Einstein, el genio que a todos nos gustaría ser.

Vía | El tao de la física, El País Sitio oficial | Stupid toys Más información | Albert Einstein en Wikipedia, Premio Nobel de Física de 1921 En Genciencia | Los criterios de causalidad de Bradford-Hill

Comentarios cerrados
Inicio