Los perros nos juzgan si somos buenos o malos con otras personas

Los perros nos juzgan si somos buenos o malos con otras personas
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Los perros son tan sensibles a nuestro comportamiento que, según un nuevo estudio, incluso cambian su manera de relacionarse con nosotros en función de si nos comportamos bien o mal con otras personas.

En este estudio de la Universidad de Kyoto dirigido por el psicólogo James Anderson también señala que este rasgo no solo la poseen los perros, sino los monos capuchinos.

Emociones y empatía animal

Ya sabíamos que los bebés, antes de recibir una educación por parte de los padres, ya juzgan moralmente a los demás, lo que revela que todos nacemos con unos patrones de moral innata que se adaptan al entorno. Lo que se ha querido sugerir con este estudio publicado en Neuroscience & Biobehavioral Reviews es que estos patrones también están en otras especies.

Las evaluaciones empezaron con los monos capuchinos, a fin de comprobar si mostraban preferencia por personas que ayudan a otras personas. Para ello, mostraron a los monos cómo un actor se esforzaba por abrir un contenedor con un juguete dentro. A continuación, un segundo actor podía colaborar con el primero o negarse a hacerlo.

Finalmente, ambos actores ofrecían comida a los monos. Cuando el actor había sido colaborador, el mono no mostraba ninguna preferencia entre aceptar la comida del primer o del segundo actor. Pero cuando éste se había negado a ayudar, el mono aceptó más a menudo la comida del primer actor.

Este mecanismo sería usado también por los monos incluso en sus propias comunidades, según el primatólogo Frans de Waal, de la Universidad de Emory, Georgia: "Lo más probable es que si estos animales pueden detectar tendencias cooperativas en humanos, también pueden hacerlo en sus compañeros primates".

También en perros

Éstas y otras pruebas también se llevaron a cabo en perros, obteniéndose los mismos resultados. James Anderson ha señalado que estas acciones revelan funciones cerebrales mucho más complejas en los perros.

Creo que en los humanos existe cierta sensibilidad hacia comportamientos antisociales y esta, mediante la cultura y enseñanza, se convierte en el sentido de moralidad. Los perros se han mezclado tanto en la cultura humana que han aprendido no sólo a responder ante este comportamiento frente a otros perros, sino que también reconocen estos patrones en humanos.

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