Lo que vemos cuando no vemos

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Según los neurólogos, la visión humana es el ejemplo perfecto para explicar la modularidad de nuestro cerebro: es decir, que cada parte de nuestro cerebro tiene funciones exclusivas.

Gracias a la tomografía de emisión de positrones, que permite desentrañar los secretos del cerebro en tiempo real, mostrando los cambios de metabolismo que acompañan a la actividad del cerebro, se sabe que en el acto de ver están implicados diversos centros o módulos cerebrales, cada uno de ellos encargado de un aspecto.

Así pues, mirar algo no es copiarlo tal cual en el cerebro, si no que los distintos mensajes visuales se distribuyen en diferentes áreas cerebrales para su elaboración. De esta manera, se conocen las siguientes áreas del cerebro implicadas en la visión:

V1, que es el área primaria, de la cual parte la información que se distribuye a las áreas:

V2, facilitador general del flujo de información visual.

V3, se encarga del reconocimiento del movimiento y de las formas en general.

V4, se encarga del color.

V5, de los movimientos en general.

Así pues, la lesión en una de estas áreas de la corteza visual sólo afectará a un aspecto de la visión, dejando los otros intactos.

Por ejemplo, si se lesiona el área V1, el resultado es lo que se conoce como “agnosia visual”, es decir, el paciente puede reconocer los distintos componentes de la forma, pero no el significado de lo que ve.

Lesión en el área V4: el color desaparece de la visión, y sólo se percibe el mundo en diferentes tonos grises. La gente que percibe el mundo así lo pasa realmente mal a la hora de comer, por ejemplo. Este síntoma se llama acromatopsia, y no sólo borra el color del presente y del futuro, sino que también lo borra del pasado. La persona es incapaz de recordar nada en colores.

Lesión en el área V5: produce acinetopsia, es decir, la incapacidad de percibir movimientos. La gente entonces percibe el mundo como una serie de instantáneas, de imágenes estáticas: los coches de la calle no se mueven, sino que cambian de posición de repente. De alguna manera, es como el Bullet Time de Matrix (esos planos lentos en los que uno puede esquivar las balas), pero sin ninguna de sus ventajas.

Vía | El cerebro nos engaña de Nolasc Acarín

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