
La respuesta corta es que no.
Ahora viene la respuesta larga: los planetas pueden sobrevivir a agresiones terribles. Por ejemplo, Hellas Planitia es un cráter marciano de unos 2.092 km de diámetro producido por la colisión de un asteroide contra el planeta. El asteroide era tan gigantesco que generó unos 100.000.000 de megatones de energía. Sin embargo, Marte sigue ahí, impertérrito.
Para que os hagáis una idea de las magnitudes, la bomba nuclear más poderosa jamás probada, la “Bomba del Zar”, en Rusia, tenía “sólo” una potencia de 50 megatones, y los arsenales nucleares de la mayoría de los países están formados por bombas de potencias entre 200 y 400 kilotones.
En total, la especie humana guarda unas 23.300 armas nucleares almacenadas en 111 lugares distintos repartidos por 14 países, tal y como se explica extensamente aquí. Pero tal potencia sería capaz de eliminar a la humanidad no tanto por las explosiones como por los efectos secundarios de las mismas, como la radiación.
Y aún habría otro problema. Aunque pudiéramos construir un dispositivo capaz de desencadenar, por ejemplo, un millón de megatones, es decir, la cantidad aproximada de energía producida por el Sol en un mes, según el paleontólogo Gary Peterson, de la Universidad de San Diego, la amplitud del campo gravitacional que la masa marciana crearía neutralizaría incluso un esfuerzo tan colosal:
Podríamos desatar la mayor explosión jamás concebida y destruir el planeta, pero los fragmentos de roca volverían a ensamblarse.