
Durante un buen tiempo, uno de los planetas que podemos ver desde la Tierra recibió el nombre de Jorge, en honor al rey Jorge III. Otras personas, sin embargo, querían llamarlo Herschel. Y finalmente, adquirió el nombre por el que hoy lo conocemos. Pero empecemos por el principio.
Wiliam Herschel, nacido en Alemania en 1738, y fallecido en Reino Unido en 1822, fue astrónomo y músico, y descubrió en vida numerosos objetos celestes: un total de 2.514 nuevos objetos del espacio profundo, entre lo que se cuentan cúmulos globulares, nebulosas y galaxias . En 1781, descubrió un nuevo planeta que, en consecuencia, iba a ser bautizado con su nombre. Sin embargo, la euforia del británico rey Jorge, y la pensión de recibió el emigrado alemán por su descubrimiento, obligó a que el planeta se llamara Jorge.
Los no británicos, y los alemanes en particular, no obstante, preferían que el planeta de marras se llamara Herschel. Así que, durante cuarenta años, el planeta se llamó Jorge, y también Herschel.
Si Saturno era el padre de Júpiter, el nombre del nuevo planeta debería ser Urano, que era el padre de Saturno. La idea se aceptó y desde entonces el séptimo planeta del sistema solar se llama Urano y no Jorge, como quiso Herschel, ni Herschel, como quisieron los astrónomos alemanes. Ni para ti, ni para mí, sino para los dioses del Olimpo.
Ahora, cuando miréis un cielo estrellado (mayormente desde la Selección Starlight de los mejores destinos para contemplar un cielo estrellado), tened en cuenta que Urano pudo llamarse de otro modo no tan épico (aunque Herschel también suena bastante justo).
El observatorio
La misión era denominada anteriormente Far Infrared and Submilimetre Telescope (FIRST), y será el primer observatorio espacial en cubrir completamente el infrarrojo lejano, y fue bautizado en honor de William Herschel porque éste fue el descubridor del espectro infrarrojo. El observatorio siguió funcionando a pleno rendimiento hasta el 29 de abril de 2013, al quedarse sin líquido refrigerante.
Sin embargo, el observatorio no deja de darnos alegrías: la última de las cuales sucedio hace apenas unos días, cuando se ha publicado una imagen de una estrella embrionaria dentro de una burbuja galáctica (sería irónico que lo bautizaran como Jorge), una imagen que se retrató la imagen en 2010. Se trata de un fenómeno situado a 4.300 años luz de la Tierra cuya estrella, a pesar de ser una recién nacida, es ocho veces más masiva que el Sol.