Descubierto un gran cataclismo cósmico

Descubierto un gran cataclismo cósmico
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Recientes observaciones en la porción infrarroja del espectro, realizadas con el telescopio Spitzer, de la NASA, han descubierto la presencia de una gran onda de choque intergaláctica similar, salvando las distancias, a la formada durante un estampido sónico por un avión, en una región del universo conocida como el Quinteto de galaxias de Stephan.

Esta onda de choque parece haber surgido a partir de un cataclismo cósmico de proporciones inimaginables. Los investigadores responsables del descubrimiento, del Instituto Max Planck en Heidelberg, piensan que el estudio de este fenómeno podría servir para conocer la dinámica de colisión entre galaxias, algo que era más común en épocas tempranas de la historia del universo.

Durante mucho tiempo, los astrónomos, a través de las imágenes captadas con telescopios ópticos, han intuído que las galaxias que forman este grupo, localizado a 300 millones de años luz de distancia de nosotros, mostraban síntomas de haber colisionado unas con otras como, por ejemplo, la presencia de una inmensa cantidad de gas, hidrógeno y helio en su mayoría, en el espacio intergaláctico, generalmente casi vacío en otros grupos de galaxias.

Con los nuevos datos aportador por el Spitzer, se ha confirmado que algo extraño sucedió en esa región del espacio. Una de las galaxias del Quinteto de Stephan, la NGC7318b, está precipitándose hacia sus compañeras a gran velocidad, lo que genera una gigantesca onda de choque frente de ella, con un tamaño que podría superar el de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, al atravesar el gas intergaláctico.

La captación de la huella de esta onda de choque ha sido posible gracias a que el telescopio de la NASA es sensible a la radiación infrarroja que emite el hidrógeno molecular del gas excitado durante la generación de la onda. Se trata, en definitiva, de un paisaje intergaláctico muy diferente al que existe en nuestro propio Grupo Local de Galaxias, donde la presencia de gas entre sus miembros es pequeño, por no decir, casi nulo. Los datos aportados por el Spitzer servirán para estudiar en detalle este tipo de colisiones cósmicas que, además, nos recuerdan que el cosmos no es un lugar tan tranquilo como aparenta, si no que en su interior se pueden dar cataclismos de una magnitud que excede la imaginación humana. Los astrónomos afirman que, aunque sea algo muy lejano en el futuro, es posible que nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, colisione con su vecina Andrómeda, creándose de esta manera una onda de choque similar a la ahora observada.

Más información | PhysOrg

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