Lo que los piojos nos pueden enseñar

Lo que los piojos nos pueden enseñar
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¿Cuándo el hombre realmente empezó a ser Homo sapiens? Puede que no haya una línea que separe claramente ese momento, pero podemos dar algunas ideas. Quizás uno de los momentos en los que podemos situar esa barreras sea cuando empezamos a vestirnos, en el que empezamos a llevar ropas para abrigarnos del frío. Ahora bien, hay un problema.



Resulta que la ropa en sí no se conserva sino que se descompone y sus restos no sobreviven más allá de algunos miles de años. Por tanto, cualquier intento de recuperación por ese lado está totalmente descartado. No tenemos, entonces, evidencia arqueológica de los inicios de la vestimenta del ser humano. Se han recuperado agujas y otros utensilios con los que se piensa que los seres humanos cosían y confeccionaban sus ropas desde hace 40.000 años; pero no es de los utensilios de lo que queremos saber la edad, sino de la ropa.

Pues bien, podemos tener información gracias a los piojos. Resulta que existen tres tipos de piojos en el hombre: los clásicos del cuero cabelludo, los del pubis (ladillas) y los del resto del cuerpo. Los dos primeros ponen sus huevos en las raíces de los pelos, pero los del resto del cuerpo depositan los mismos sólo en la ropa, en zonas protegidas como las costuras. Si se pudiera datar el origen de estos piojos podríamos tener una idea de cuándo se empezó a utilizar ropa.

Y eso es lo que hicieron los científicos. Resulta que el ADN de las mitocondrias que pueblan nuestras células viene sólo por línea materna, sin mezclarse con las del padre. Usted, lector o lectora, tiene el ADN mitocondrial de su madre; cuando usted tenga hijos, si usted es varón, el ADN mitocondrial de su retoño será el de la madre. Su usted es mujer, entonces su ADN mitocondrial pasará a su descendencia.

Dicho ADN mitocondrial acumula las mutaciones a ritmo que podemos considerar constante, aproximadamente una mutación cada 30.000 años, por lo que podemos utilizarlo como reloj biológico. Cuanto más distintos sean los ADN mitocondriales de dos individuos, más separados están como especie. Y lo que hicieron fue mirar el ADN mitocondrial de los piojos.

Notaron que la diversidad genética de los piojos corporales humanos es más pronunciada en África que en el resto del mundo, lo que nos hace sospechar que fue allí donde aparecieron por primera vez. Vamos, que cuando los humanos salieron de África ya iban vestidos. Los piojos de la cabeza tienen más diversidad que los del cuerpo, lo que significa que los primeros forman el grupo más antiguo.

Pero como siempre, en ciencia, no podemos estar nunca seguros del todo. Es posible que la ropa hubiese sido utilizada con anterioridad antes de que aquellos piojos se adaptaran, por lo que la aparición de la ropa podría ser anterior. Podemos pensar también que las las primeras vestimentas fueron pieles de animales, y estos piojos no está claro si pueblan dichas pieles, por lo que la ropa con piel de animal pudo también ser anterior.

Los investigadores también compararon el ADN mitocondrial de los piojos de los chimpancés y el de los humanos. Se supone que cuando nos separamos ambas especies también lo hicieron los piojos que afectaban a cada una de las especies. Ajustando el reloj biológico de las mutaciones concluyeron que la separación entre ambas especies es de hace unos cinco millones y medio de años.

Que seamos capaces de conocer datos de este tipo gracias a algo tan inesperado como los piojos nos hace ver que nunca sabemos de dónde vendrán las evidencias del pasado.

Fuente | Ralf Kittler, Manfred Kayser, Mark Stoneking; Molecular Evolution of Pediculus humanus and the Origin of Clothing
Foto | Raúl González Molina

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