Ley Lasalle, la evolución de la Ley Sinde: no podrás guardar ni lo que grabas de la tele

Ley Lasalle, la evolución de la Ley Sinde: no podrás guardar ni lo que grabas de la tele
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Ya en tiempos de la Ley Sinde nos llevamos las manos a la cabeza. Pero nunca sospecháramos que la cosa pudiera ser incluso peor, la inminente Ley Lasalle: en pocas palabras, una ley para que un grupo de personas siga ganando dinero de la forma que ellos quieren ganar dinero, aunque ello menoscabe el desarrollo de la tecnología o el acceso a la cultura.

Nuestros compañeros de Genbeta han llevado a cabo un análisis de la inminente Ley Lasalle, la evolución de la Ley Sinde. Algunas fuentes indican que la ley podría entrar en vigor en España este mismo viernes 22 de marzo de 2013.

En síntesis, podríamos decir que la nueva ley permite la copia privada... cuando no te hace falta ni te sirve para nada. Es decir, restringe la copia privada a las copias que se hagan de un soporte original y siempre que se hayan adquirido en propiedad, excluyendo así copias de obras originales pero alquiladas e incluso las que se hacen de un original que te presta alguien. Además, si grabáis algo de la televisión es para disfrutarla en el "momento oportuno", pero en ningún caso podréis guardarla o almacenarla de forma permanente. Olvidaos de haceros una videoteca. Es decir, una ley más restrictiva que en los tiempos del VHS.

También se podrán cerrar las webs de enlaces, aunque ni siquiera haya ánimo de lucro: basta que "sea susceptible de causar un daño patrimonial". Y tampoco es necesario que sea una web de enlaces, puede ser cerrada siempre y cuando sea denunciada y, a su juicio, se vulnere los derechos de autor. Es decir, en potencia se podría cerrar cualquier web.

No es la primera vez que desde Xataka Ciencia abordamos los derechos de autor y la propiedad intelectual desde un punto de vista más científico, como en Una visión científica de los derechos de autor (I),(II), (III), (IV), (y V). Pero el contenido de la Ley Salle parece retroceder un cuarto de siglo frente a todas estas matizaciones. Parece, pues, que el consumidor deberá plegarse a las exigencias de la industria, antes de que la industria cambie su modelo de negocio para plegarse a las leyes que más benefician al conjunto de la sociedad.

Es decir: que ellos deben seguir ganando dinero vendiendo copias de sus productos (aunque, con ello, deban crear una escasez artificial de dichos productos), y el pintor de brocha gorda (o el maquillador de El señor de los anillos), seguirá cobrando por cada trabajo hecho, no cada vez que una persona pose sus ojos en su obra.

Recientemente se ha publicado un libro que despliega un discurso neoludita enmascarado en datos que pone en evidencia que la industria no está dispuesta a adaptarse a los nuevos tiempos, y que el negocio es el negocio, por encima de todo lo demás: Parásitos, de Robert Levine. Lo más llamativo del libro, con todo, es que si andas con la guardia baja o no has empollado los temas que desarolla (por ejemplo, leyendo dos de los autores que más se critican: Chris Anderson y Lawrence Lessig), es posible que llegues a pensar que sí, en efecto, que la cultura podría extinguirse si no aprobamos cosas como la Ley Lasalle.

Pero si el lector está mínimamente informado (o tiene el detector de falacias lógicas activado), enseguida advertirá toda clase de argumentos torticeros. Si os interesa leer algunos de ellos, escribí hace unos días 10 deslices de Robert Levine que evidencian un discurso ludita sobre la creación y la distribución de cultura.

Si os interesa profundizar un poco más en todas estas cuestiones, tal vez os interesen leer los siguientes títulos:

Gratis, de Chris Anderson Cultura libre, de Lawrence Lessig Todo va a cambiar, de Enrique Dans Imagine… No copyright, de Joost Smiers y Marieke van Schijndel

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