El hombre que bebió de una charca y halló la cura de lo que mató más que todas las guerras

El hombre que bebió de una charca y halló la cura de lo que mató más que todas las guerras
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Se cree que un indio aymara, enfermo, se perdió en la espesa jungla de las regiones orientales de los Andes del Perú. Acuciado por la sed y la fiebre, no se lo pensó dos veces al toparse con una charca de agua en su camino. A pesar de que el agua tenía mal sabor, bebió de ella. Y en poco tiempo, sus fiebres remitieron.

El agua de la charca tenía mal sabor porque estaba contaminada con la corteza de los árboles vecinos, los quina-quina. A partir de aquel día, el pueblo se acostumbró a usar extractos de la corteza de la quina-quina a fin de curar la fiebre causada por la malaria. La sustancia química que contiene la corteza era la quinina.

El árbol de la quina forma parte del Escudo del Perú, representando las riquezas vegetales de ese país. Actualmente en peligro de extinción. Tal y como explica el historiador Gregorio Ugidos en su libro Chiripas de la historia:

La noticia de este descubrimiento pudo haber llegado a los misioneros jesuitas a comienzos del siglo XVII. Cierto es que la sustancia activa antimalárica de la corteza de la quina-quina (también llamada “chinchona”) no fue aislada hasta 1820, que su fórmula química no fue conocida hasta 1908, y que la síntesis en laboratorio no fue lograda hasta 1944; pero el descubrimiento de aquel aymara anónimo marcó un antes y un después para el tratamiento de la malaria, que ha matado más gente que todas las guerras juntas.

Con todo, la malaria continúa siendo un problema en diversas partes del mundo. Afortunadamente, según publicó recientemente New England Journal of Medicine, una vacuna contra a la malaria podría estar muy próxima: el desarrollo de la investigación está siendo financiado por la fundación de Bill Gates. Y hay otros genios que idean sus propios métodos para erradicar la malaria: centrándose en el mosquito que la propaga.

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