Cuando el cerebro confunde patatas con manzanas

Cuando el cerebro confunde patatas con manzanas
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El cerebro puede confundir patatas con manzanas. No de esa forma en la que Ana Botella empleaba las peras y las manzanas, sino a la hora de comernos una y otra cosa.

La razón es gran parte de nuestro cerebro, hasta un 65%, está relacionado con la vista en vez de con el gusto, lo que propicia que si comemos una manzana o una patata con los ojos vendados nos sorprendería la cantidad de veces que confundimos una con la otra.

De esta forma se pone de manifiesto lo poco desarrollado que está nuestro sentido del gusto, que sin la asistencia de la vista y el olfato se queda en poco. Si nos vendamos los ojos y tapamos la nariz, lo normal es que confundamos fácilmente manzanas y patatas porque los ojos tienen mayor influencia que la lengua en lo tocante a la percepción.

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Tal y como lo explica Dean Burnett en su libro El cerebro idiota:

Aunque la naturaleza y la función de las conexiones son asombrosamente diversas, dan ciertamente a entender que la visual es, sin duda, la información a la que el cerebro humano recurre de primeras.

Dicho de otro modo: el aspecto de la comida influye en cómo la disfrutamos. La presentación de un plato es esencial. Y si solo viéramos en blanco y negro, por ejemplo, un plato de spaghetti nos resultaría más difícil de comer por su similitud con unos asquerosos gusanos.

A su vez, el aroma también determina el sabor de las cosas, tal y como abunda en ello Mary Roach en su libro Glup:

El gusto y el olfato están entrelazados de manera que no podemos apreciar conscientemente. Los ingenieros de alimentos a veces explotan la sinergia entre ambos. Al añadir fresa o vainilla (aromas que asociamos con la dulzura) es posible engañar a la gente y pensar que la comida es más dulce de lo que realmente es. Aunque engañoso, no es necesariamente malo, porque significa que el producto puede contener menos azúcar añadido.

Irónicamente, sin embargo, comer sin sabor también puede resultar repugnante, como les sucede a las personas que ha sufrido un cáncer y tienen los receptores del sabor anulados debido de los tratamientos de radiación.

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