El internet acuático del pasado: botellas de agua

El internet acuático del pasado: botellas de agua
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El 80 % de las comunicaciones mundiales de teléfono, fax y datos tienen lugar por una gigantesca red de cables submarinos. El primer cable entre dos tierras separadas por agua fue tendido por el empresario Jacob Brett, en 1852. Estaba bajo el Canal de la Mancha y unía Reino Unido y Francia.

El primer cable intercontinental se empezó a construir en 1855 pero no llegó a tener operatividad hasta 1866 debido a la cantidad de problemas técnicos que supuso aquella obra monumental. El primer enlace transoceánico con fibras ópticas y se llamó TAT-8. Comenzó a operar en 1988 con una capacidad de 40.000 circuitos telefónicos entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Pero ¿antes de todo esto cómo nos comunicábamos a distancias tan grandes?

Botellas y más botellas

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Además del uso de barcos, una forma casi romántica de comunicarse fue a través de las botellas, con esos típicos mensajes que se introducían en su interior.

Las botellas siempre han estado íntimamente ligadas al mar, y no sólo por el hecho de que fueran usadas por románticos para lanzar mensajes en su interior. Ya en el 310 a. de C., el filósofo griego Teofrasto fue el primero en usar este sistema epistolar algo inseguro con el que pretendía demostrar que el mar Mediterráneo se nutría en gran parte del aporte de las aguas que entraban del océano Atlántico.

En el siglo XVI, la reina Isabel I de Inglaterra instauró el cargo de descorchador oficial de botellas marítimas, pues eran muchas las botellas con mensajes que los capitanes de la flota naval soltaban en el Canal de la Mancha para informar de movimientos de barcos enemigos.

El sistema puede ser realmente lento, como demuestra una botella aparecida en 2006 en la costa inglesa que contenía un mensaje escrito en 1914. Pero a veces puede resultar una romántica forma de encontrar a la media naranja, como ocurría en la empalagosa película protagonizada por Kevin Costner Mensaje en una botella: en el museo abierto en Termoli, Italia, que exhibe decenas de mensajes hallados en botellas, descubriréis que la mayoría de ellos tienen un cariz amoroso.

De esta forma, los mensajes viajaban cientos de kilómetros en unos días. No e tan rápido y eficaz como un teléfono móvil, sobre todo porque no permite una conversación bilateral, pero sin duda era un ardid ingenioso para contactar con interlocutores situados a distancias inabarcables sin recurrir al método tradicional y pedestre (e ineficaz) consistente en un grito cuya onomatopeya podría ser: ¡¡¡Eh!!!

Además, el uso de las botellas también ha sido utilizado para fines científicos, tales como predecir los movimientos de las mareas negras, las minas, e incluso los bancos de peces…

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