¿Para niños o para niñas? Los juguetes sexualizados

¿Para niños o para niñas? Los juguetes sexualizados
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Existe una influyente corriente de pensamiento, que pivota sobre teorías sociológicas más o menos sofisticadas, que ponen al ser humano como el completo responsable de sus actos, decisiones y querencias, y que éstas, si acaso, están influidas por el medio cultural. Es decir, que si las niñas prefieren las muñecas y los niños, coches, ello es fruto de campañas de publicidad, cultura sexual, educación y demás.

Sin embargo, frente a tales planteamientos suele pasarse por alto la predisposición biológica.

Los seres humanos no nacemos como tablas en blanco o arcillas amorfas perfectamente moldeables. Muchos de nuestros rasgos vienen de serie, y el medio difícilmente puede modificarlos (entre otras cosas, porque la cultura que configura el medio también emana de nuestras predisposiciones biológicas, es decir, sincronizan con éstas, volviendo un poco estéril el eterno debate Nature VS Nurture).

No sabemos hasta qué punto las diferencias sexuales de los cerebros de hombres y mujeres influyen en el hecho de que niños y niñas prefieran juguetes distintos (y tampoco los sociólogos saben hasta qué punto la cultura es responsable de estas preferencias). Pero obviar cualquiera de las dos dimensiones en el análisis del tema objeto de glosa es un error.

Testosterona power

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La influencia biológica parece innegable. Tal y como han sugerido los estudios de Alexander y Hines, que ofrecían a crías de mono muñecas, coches y pelotas. Las crías de mono seleccionaron las muñecas, ofreciendo el típico comportamiento materno. Los monos macho optaron por los coches y la pelota. Tal y como señala Dick Swaab, neurólogo de la Universidad de Ámsterdam, en su libro Somos nuestro cerebro:

La diferencia sexual en la elección de los juguetes por parte de los monos demuestra que el mecanismo en el que se basa se remonta a decenas de millones de años en nuestra historia evolutiva. El pico de testosterona que se produce normalmente en los varones estando en el útero parece el responsable de las diferencias sexuales en el juego. Las niñas que en el seno materno producen demasiada testosterona a causa del mencionado trastorno de las glándulas suprarrenales, las HSC, muestran una inusual preferencia por jugar con niños varones, se sienten más atraídas por los juguetes masculinos y tienen un juego más impetuoso que el que se acostumbra a ver en las niñas.

Algunas diferencias sexuales incluso surgen al poco de salir del útero materno. Las niñas prefieren mirar rostros, y los niños se encandilan más fácilmente con los objetos mecánicos que se mueven; más tarde mostrando preferencia por objetos técnicos, armas, luchas y medios de transporte.

Al año edad, las niñas establecen más contacto visual que los niños, mientras que las niñas que en el útero se vieron expuestas a mayores niveles de testosterona muestran un menor contacto visual.

También se aprecian claras diferencias sexuales en los dibujos que los niños hacen espontáneamente. Tanto en la elección de temas y colores como en la composición de los dibujos se aprecian diferencias entre niños y niñas que vienen determinadas por el efecto de las hormonas en el útero.
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