¿Sirve de algo poner un cactus cerca de nuestro ordenador?

¿Sirve de algo poner un cactus cerca de nuestro ordenador?
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En realidad poner un cactus cerca de la pantalla de nuestro ordenador sirve para algo: para decorar un poco nuestro espacio de trabajo. Pero para nada más: el cactus no absorbe las radiaciones emitidas por la pantalla, exponiéndonos así a una menor cantidad de radiaciones. Aunque pusiéramos nuestro ordenador en el interior de un invernáculo lleno de cactus, no pasaría nada en especial.

Lo irónico es que este mito tan extendido tiene algo de verdad: los cactus resisten especialmente bien las radiaciones (pueden recibir una dosis de radiación superior al resto de vegetales sin que se noten alteraciones en su fisiología). Pero eso le iría bien, en todo caso, al cactus, no a nosotros.

A continuación viene otro problema con la afirmación del mito: ¿qué clase de radiaciones absorbe el cactus? ¿Ultravioletas? ¿Infrarrojos? ¿Gamma? ¿Las que provocarían que nos convirtiéramos en un personaje más de los X-Men?

Ta vezl consiguiríamos reducir la emisión de radiaciones de la pantalla, pero las radiaciones no se sentirían atraídas por el cactus: la única manera de pararlas sería poner los cactus delante de la pantalla... tapándola completamente. Lo cual tampoco resulta especialmente útil si queremos usar el ordeanador: casi es mejor apagarlo, en ese caso.

En cualquier caso, no existe evidencia científica de que la radiación que alcanza nuestros hogares o es emitida por nuestros electrodomésticos afecten a la salud,

Se han descubierto más de 200 géneros de cactus que alcanzan a 2500 especies diferentes, que tienen en común sus características más típicas de tener espinas en lugar de hojas. Los cactus, también conocidos como cactáceas, son una familia de plantas capaces de almacenar grandes cantidades de agua en su cuerpo

Oxígeno

En ese sentido, tampoco es necesario que temáis que los cactus, o cualquier otra planta, os pueda robar el oxígeno durante la noche: ni siquiera si estáis ingresados en un hospital.

La raíz de este mito tiene cierta lógica: las plantas absorben dióxido de carbono y lo transforman en glucosa, liberando a su vez oxígeno. Pero al llegar la noche, hacen justo lo contrario: es decir, nos roban el oxígeno.

El primer proceso es la fotosíntesis, y necesita luz para llevarse a cabo. El segundo proceso es parecido al de otros seres vivos, es el metabolismo: usar los nutrientes para producir energía. Consume oxígeno de la atmósfera y produce dióxido de carbono.

Con todo, el mito es bastante sencillo de liberar empleando sencillamente la lógica, tal y como demuestra Javier Fernández Panadero en su libro ¿Cómo le explico esto a un extraterrestre?:

Hoy en día, al mirar atrás, recordamos con una sonrisa a tanta gente que sacaba sus geranios del dormitorio, olvidando dentro a enormes perros, hermanos y hermanas o compañeros de cama, los cuales, evidentemente, consumían mucho más oxígeno y hacían mucho más ruido que el pobre geranio que no se había metido con nadie.
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