Dar de comer a las palomas: malos para ellas, malo para todos

Dar de comer a las palomas: malos para ellas, malo para todos
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A veces los actos más altruistas o generosos pueden trocarse en contraproducentes. Uno de esos casos es el de dar de comer a las palomas. Pudiera parecer una entretenimiento sin consecuencias, o que al fin y al cabo hacemos disfrutar a un buen número de animales hambrientos.

Pero ni una cosa ni la otra. Dar de comer a las palomas es negativo tanto para las palomas como para las ciudades, según sugiere un estudio de investigadores del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona y de la Agencia de Salud Pública de Barcelona.

El estudio, publicado en Pest Management Science, que el aumento progresivo de palomas en entornos urbanos durante todo el siglo XX ha provocado graves problemas, como el deterioro de la arquitectura urbana y la transmisión de enfermedades infecciosas.

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En Barcelona, por ejemplo, hay una densidad de 4.242 palomas por kilómetro cuadrado. Pero en las zonas donde se limitó el acceso a la comida a las palomas, éstas redujeron su número, lo cual esta estrategia demuestra ser efectiva para controlar su superpoblación.

Pero en el estudio también se constató otro efecto: aplicando esta reducción a la disponibilidad de comida, el promedio del tamaño de las cabezas de las palomas, así como las longitudes de las alas, aumentaba, mientras la masa corporal disminuía, lo que era bueno para ellas.

Según Juan Carlos Senar, investigador principal del estudio:

Más de 15 años de estudio han permitido llegar a la conclusión de que la mejor manera de controlar cualquier especie de ave es incidir en los factores clave, llamados limitantes, y esto produce unos resultados mejores y más duraderos a largo plazo.

En cuanto a la inversión que requiere una actuación así, según Senar:

Se calcula que cada paloma produce entre 5 y 10 kilos de excrementos corrosivos cada año. En base a esto se ha estimado que los daños producidos por cada paloma en el área urbana cuestan unos 30 euros al año. Si lo multiplicamos por el número de palomas de Barcelona, ​​que en 2006 superaba el cuarto de millón, comprenderemos fácilmente que es una inversión con un gran beneficio económico y en salud.

Vía | Sinc

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