¿Se puede comer hasta reventar (literalmente)?

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Una de las escenas que más se ha grabado a fuego entre los cinéfilos es aquélla en la que un tipo se sienta en un restaurante, empieza a comer platos diversos en cantidades patagruélicas, mientras su panza no para de hincharse cual globo aerostático, hasta que, justo antes de que el tipo adquiera hechuras de Gozilla, bang, el estómago explota lanzando todos los restos a medio digerir por el ámbito del restaurante.

La escena de marras la podéis contemplar en “El sentido de la vida”, de Monty Python. Pero ¿estamos únicamente ante una ficción? ¿Sería posible comer tal cantidad de comida, al estilo Man VS Food, que nuestra barriga explotase?

Tragar hasta morir

Llenar el estómago hasta reventarlo es un acto casi imposible debido a una serie de reflejos de autoprotección. Cuando el estómago se expande hasta cierto límite, los receptores de expansión de la pared del estómago le mandan una señal al cerebro, quien a su vez determina que ya ha llegado el momento de rendirse. Dolor, náusea, pedos. Todo nos obliga a frenar.

Sin embargo, ¿y si pudiéramos ir más allá? En el libro Glup, de Mary Roach, se describe el caso del señor L, un conductor de carruajes de Estocolmo cincuenta y dos años que el 22 de abril de 1891 se tragó todo el bote de píldoras de opio que le habían recetado. El casero de L. Fue el encargado de llevarlo al hospital, donde la practicaron un lavado de estómago que consistía en llenar su estómago varias veces en rápida sucesión.

La cuestión es que el opio seguramente interfirió en el proceso vomitar para evitar el llaenado completo del estómago. El informe médico describía diez heridas paralelas por ruptura del estómago de L.

En realmente muy pocas ocasiones, el estómago de un humano consciente revienta. En 1929, la revista Annals of Surgery publicó un análisis de los casos de ruptura espontánea de estómagos que reventaron sin un impacto directo o una debilidad subyacente. Es el análisis de catorce personas que lograron comer hasta matarse a pesar de los sistemas de desagüe de emergencia del cuerpo. El elemento más peligroso de los estómagos de estas personas a menudo fue el último en entrar: el bicarbonato de soda (también llamado simplemente bicarbonato, y el ingrediente principal del Alka Seltzer). El bicarbonato de soda alivia de dos modos: neutraliza el ácido del estómago y crea gas, lo que obliga a eructar. En muy pocas ocasiones, el gas que infla el estómago procede de una comida o una bebida que se fermenta de forma rápida. La lista de los Annals incluye a un hombre que murió por ingerir “cerveza poco fermentada llena de levadura”, y dos muertes por sauerkraut.

Supercomedores

Imaginad un estómago reventado en cuyo anterior se albergan casi diez kg de comida: 1 kg de riñones, 1,2 kg de hígado, 0,5 kg de filete, dos huevos, 0,5 kg de queso, 200 g de champiñones, 1 kg de zanahorias, una coliflor, dos rebanadas grandes de pan, diez melocotones, cuatro peras, dos manzanas, cuatro plátanos, 0,5 kg de ciruelas y 0,5 kg de uvas, además de dos vasos de leche. Eso es todo lo que se encontró el personal de urgencias del Royal Liverpool Hospital a las cuatro de la madrugada de un día sin especificar de 1984. Era el caso de una mujer bulímica y en tu interior había albergado el equivalente a trillizos en forma de comida.

Pero no es el caso más exagerado. Gana Takeru Kobayashi que comió 9 kg de sesos de vaca en una competición en solo 15 minutos. ¿Estos comedores prodigiosos sobreviven a semejantes sesiones porque tienen un tiempo de vaciado gástrico más veloz del habitual?

Es decir, que era posible que sus estómagos hicieran sitio tirando comida por la puerta trasera hacia el intestino delgado. Resultó que era lo contrario. Después de dos horas, el estómago de Eater X tan sólo había vaciado una cuarta parte de lo que había comido, mientras que el estómago del sujeto de control, más parecido a un estómago normal, ya había vaciado tres cuartas partes.

Los estómagos de los supercomedores se dilatan más. La genética, pues, es importante. Pero la práctica y el entrenamientos diarios también resulta importante. Muchos de ellos entrenan bebiendo grandes cantidades de agua para acostumbrarse a la sensación de tener el estómago lleno. Y para no terminar como el personaje de la película de Monty Python.

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